Clara Obligado: El libro de los viajes equivocados.
Páginas de Espuma.
Cinco días antes de los atentados de París, llevaba El libro de los viajes equivocados en la mano. Atravesaba la barriada de Bruselas que aparecería poco después en las noticias: Molenbeek. Abundante presencia policial y un paisaje eminentemente masculino roían el ambiente.
No pensé en terrorismo en ese instante pero me acordé de otro barrio, Schilderswijk (de los pintores), próximo al centro de La Haya. Lo cruzaba a diario en bicicleta durante los dos años que habité esa ciudad. Con altas tasas de paro y más de un noventa por ciento de población extranjera, continúa siendo uno de los lugares más pobres y conflictivos de Holanda.
Once relatos componen este fabuloso y turbulento libro. Tras la lectura del primero hice algo desacostumbrado: tomar tierra, tomar aire, tomar agua. Preguntarme si era el momento justo de franquear esa embestida —hermosa y aterradora— en espiral.
Emigraciones, expolios, encuentros, muerte, memoria. Las historias de El libro de los viajes equivocados deconstruyen el azar y se funden con la deriva y la tragedia de la vida. Engarces precisos y belleza aferrada al sube y baja de una ola. Lo que tenemos y somos bien podría estar en otra parte o no existir siquiera. Lo sabemos. Y sin embargo, lo inevitable es lo que termina sucediendo. Billones de viajes equivocados y acertados. Alalimón.
«De noche, en el silencio espantoso, solo reverbera el olor de las adelfas».
Fin de microcrítica 113.