quiero hablar de mi casa
el borde de la mesa, antes de haber dicho
de pronto, adiós
y ensordecer,
decir
el mantel era precioso,
ya después otra mujer acostándose en mi cama
otra vaca en pena,
hablarte de mi casa
la música rebotando detrás de las luces pequeñas
y el hombre
de anteojitos
bastante loco insistiendo con ir
a su propio funeral.
hablarte de mi casa
es quizás
aprender con fervor
a lavar los ojos
con agua tibia y suavemente
y el pecho
ya chorreando una leche inmunda
hacía falta una infancia nueva
donde temblar
apenas como un río
y no maldecir ni un poco
esta luz desahuciada.