Dicen que Victor Hugo pasó varias veces por Vianden, un pequeño pueblo luxemburgués, y que allí se instaló, expulsado de Bélgica, los meses de julio y agosto de 1871. Parece que en Vianden apagó un fuego, se enamoró de la joven Marie Mecier (dieciocho años ella, sesenta y nueve él) y le extrajeron su primer diente (no he llegado a enterarme de cuál; no es lo mismo un molar que un incisivo, creo). Vianden dispone de una casa-museo de cuatro plantas dedicada al literato. Frente a ella, a la entrada del puente, un busto de un Hugo cargado de pesares esculpido por Rodin. Este busto, en mi opinión, dice más que todo el museo junto, donde lo primero que sobra es la radio-pop a alto volumen que la recepcionista mantiene encendida. Fin de micronota.