Expresionista y barroca, bizarra y morbosa e insuperable en todas sus secuencias y planos, Touch of evil (Sed de mal, 1958), de Orson Welles, es una de las obras maestras indiscutibles de la historia del cine.
Desde el mismo instante en que comienza, con la famosa secuencia del coche bomba en la frontera mexicana y la frenética banda sonora de Henry Mancini, hasta el revelador último plano, turbador y negrísimo, Welles nos engancha en una oscura trama de corrupción y desintegración moral, con continuos contrapicados asombrosos, que conjuga magistralmente clasicismo y vanguardia, tradición y modernidad.
Imagen y fotografía, interpretaciones (impresionante y repulsivo el papel del propio Welles), decorados, guión y música, todo en Touch of evil es redondo y más negro que una noche de octubre sin luna.
Los que la conozcáis, volved a visionarla (no deja de sorprender), y los que aún no la hayáis visto preparaos para una inolvidable experiencia.
Vicente Muñoz Álvarez, de Cult Movies: Películas para llevarse al infierno (Eutelequia, 2011. LCLlibros.com, 2013).