road house blues


Yo soñaba con una casa cálida.
Hablo de una biblioteca plagada de libros
al punto tal que se si la mira de lejos y de cerca también,
está algo inclinada,
paredes pintadas de un color estridente y
una botella de whisky importado para subir la temperatura
no sólo en invierno.
De gente que entra y sale a cualquier hora
dispuesta a conversar de lo que fuere necesario,
no necesariamente, valga la redundancia,
con palabras
mientras fuman compulsivamente y
que a nadie le resulte molesto el humo.
De mi amor siempre listo a que le rasgue las vestiduras así
no sufro tanto su ausencia
cuando estamos separados.
De la textura de la seda masacrada en las manos a fin
de regalar el placer absoluto.
La realidad es otra cosa.
Se mezclan los deseos
con los mosaicos sucios
de la certeza de lo que no es,
de la falta de bullicio,
de la angustia que provoca el orden y
mantener la compostura.
Me pregunto hasta cuándo podré resistir
sin asfixiarme.
Cuánto tiempo más mi fe seguirá intacta
luchando a capa y espada
por no volverse una plegaria inútil
de una mujer que sólo sueña
mientras el frío continúa abarcándolo todo.



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