sintiendo que me hago sabio y tonto a la vez, bueno y malo, niño y viejo, útil e inútil a la par y a la vez... es observar cómo se suceden los ciclos y las estaciones y sentirme automáticamente sabio y tonto a la vez... sabio porque voy aprendiendo ciertas claves de poder y tonto porque las desaprendo al mismo tiempo y velocidad a la vez... notando cómo me arrebatan algunas cosas y me repelen (del verbo repeler) otras muchas, encarnando el tic tac del reloj y lo absurdo de todo, riéndome como calavera que no llora y llorando como muñeco de guiñol que entiende y no comprende a la vez... pero la verdad sea dicha, le estoy pillando al fin la gracia a este macabro juego... todo es pasajero y todo muere y renace y permanece a la vez, y es todo gracioso si sabes en el fondo entenderlo... y las canciones, los besos y las sonrisas, las noches distorsionadas y lo desesperado y vertiginoso de la distorsión, los latidos de nuestras venas, qué no es completamente efímero y hermoso a la vez... es simplemente entenderlo, lo trágico e irónico y coherente de todo a la vez, sentir los minutos abrasando la piel, llegar a ese punto sin retorno de comprender y asimilar y sonreír a la vez... y la visión del águila: todo absurdo y panorámico a la vez, todo doloroso e insultantemente hermoso, todo a la vez...
Vicente Muñoz Álvarez