DEL OPIO



es, sobre todo, este estremecimiento diario de la piel, con todo lo bueno y lo malo que ello implica, lo que me sigue haciendo consciente de que estoy vivo aún y me ayuda a caminar todavía... para bien o para mal, pienso, que se siga erizando mi piel, lo mismo da que sea escuchando viejas canciones o videando filmes de terror olvidados o leyendo a mis maestros antiguos o siendo besado por unos labios que deseo besar, pero que no me falte nunca esa magia, ese arrebato y esta hipersensibilidad... que me trago doble ración de lo malo, estoy de acuerdo y lo asumo, pero también de lo bueno, me digo, y esa capacidad de estremecimiento y asombro es justo y casi lo único que no quiero perder ni olvidar... no gente templada ni gris, no términos medios, no seres vacíos ni adocenados, y sí fuego en las venas y opio (o vino o poesía o hachís o pasión) en el corazón...


Vicente Muñoz Álvarez

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