Unas citas de este libro, sobre el que he escrito unos comentarios en Playtime, y que incluye, además de la prosa de Jr., algunas cartas y declaraciones de su padre:
William S. Burroughs Sr.:
Yo volé a Lexington en una avioneta. Me dirigí al hotel y él aún se encontraba lejos, muy lejos. Así que subí a mi habitación y me puse a llorar y a llorar. Incluso entonces ya era consciente de que él estaba condenado, que iba a morir. Me refiero a que uno puede percibir que alguien se va a morir y sentir el dolor. El dolor es siempre una reacción saludable y nunca algo de lo que haya que avergonzarse. No hay que avergonzarse de las lágrimas.
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William S. Burroughs Jr.:
Cuando se lo conté a mi agente de la condicional (que utilizaba un caimán disecado a modo de sujetalibros) me dijo (lo creas o no) que sería un estúpido sí no me ponía a escribir cuando Dios me había dado semejante talento, y que debía quedarme en casa y dejar de preocuparme de asistir a clases o de encontrar trabajo, a diferencia de lo que decía el reglamento. En lo que a él concernía yo estaba trabajando en una ocupación totalmente legítima.
Bueno, un médico, un abogado, un fontanero o un mecánico sin trabajo siguen siendo un médico, un abogado, un fontanero o un mecánico sin trabajo, pero un artista sin trabajo no es nada. En su acto de creación reside su única existencia real.
-Soy escritor.
-¿Qué estás escribiendo?
-Nada.
-¿Qué eres?
-Soy escritor.
-¿Qué estás escribiendo?
-Nada.
Y así.
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William S. Burroughs Jr.:
¿Qué le pasa a esta gente, Bill? Cuando era joven yo esperaba fraternidad en la industria de la escritura, y no este puteoputeoputeo.
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William S. Burroughs Sr.:
Querido Billy,
Escribir es una profesión muy agotadora, exigente, peligrosa y mal pagada, y el consejo más básico y vital que puedo darle a cualquier joven escritor es: presta atención a tus finanzas. En palabras de Wilson Mizner: "No rechaces ningún dinero". Ahora parece que para poder sobrevivir tenemos que subirnos a los escenarios y vender nuestras mercancías como aquellos proveedores de pociones milagrosas. Al mismo tiempo, las lecturas pueden llegar a ser divertidas, si se toman como actuaciones, y estoy deseando que lleguen nuestros recitales conjuntos en Santa Cruz y Berkeley.
¿Qué tal de salud? Cuídate mucho –hasta la vista–
Te quiero,
Bill
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William S. Burroughs Jr.:
Recordar siempre que el peor juez de la obra de un escritor es el propio autor.
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William S. Burroughs Jr.:
Bill, esto es serio, y a pesar de la estabilidad de mi actual estado, soy un hombre y tengo algo muy serio que pedirte. Por favor, ¿podrías hacer esto por mí? En alguna parte de los "archivos" debe haber una fotografía de Joan, tu mujer, mi madre. Por favor, Bill. Padre, tengo casi 33 años y no sé el aspecto que tenía mi madre.
¿Cómo es posible que sea tan complicado dejar que un hijo de vida tan precaria vea la imagen de su madre? Honestamente, esto me ha irritado durante muchísimos años. Esta carta ha exigido mucho. Te quiero, Bill.
[Dirty Works. Traducción de Javier Lucini]