Dice Janet Malcolm en uno de los ensayos del libro:
Si un artista no sigue produciendo, si se lo deja de ver demasiado tiempo, se queda en la cuneta.
Es, para mí, una frase que refleja fielmente la lucidez de esta autora, de la que siempre he oído muchas alabanzas, pero que hasta ahora no había leído (pese a que trata temas, en sus libros, que me interesan: la búsqueda de Chéjov, la relación entre Sylvia Plath y Ted Hughes, los juicios por asesinato…). Hilario J. Rodríguez la recomienda a menudo y es lo que me llevó a interesarme por sus libros.
Los 15 textos reunidos versan, todos, sobre artistas y escritores. Y, durante su lectura, me ha ocurrido lo que suele pasarme con esta clase de libros: que hay figuras a las que ella analiza que no conocía o no me importaban en absoluto. La habilidad de Malcolm, sin embargo, es tal que uno acaba enganchándose a lo que cuenta, aunque a priori el personaje analizado no nos interese. Por aquí desfilan Joseph Mitchell, Diane Arbus, Virginia Woolf, Edith Warthon y otros escritores y fotógrafos que ni me sonaban. Y no me olvido del gran Salinger y de la defensa que la autora hace:
Hoy en día "Zooey" no resulta demasiado largo, y podría decirse que es la obra maestra de Salinger. Releerlo, junto con su obra complementaria, "Franny", no es menos gratificante que releer El gran Gatsby. Sigue siendo brillante y no ha quedado anticuada en ningún aspecto esencial. Es la crítica contemporánea la que ha quedado anticuada. Al igual que la crítica contemporánea de la Olympia, por ejemplo, que abucheó a Manet por su vulgar indecencia, o la de Guerra y paz, que trató a Tolstói con condescendencia por la inepta "falta de forma" de la novela, parece hoy increíblemente desencaminada. No obstante –como han señalado T. J. Clark y Gary Saul Morson en sus respectivos estudios ejemplares sobre Manet y Tolstói–, la crítica contemporánea negativa de una obra maestra puede resultar útil a los críticos posteriores, actuando como una especie de radar que detecta la señal de la originalidad de la obra. Los "errores" y los "excesos" de los que se quejan los primeros críticos son a menudo, precisamente, las innovaciones que otorgan a la obra su poder.
Atención, también, a lo que dice sobre los libros para niños:
Lo que hace que la literatura infantil clásica resulte tan atractiva (para todas las edades) es su lealtad inquebrantable al mundo del niño. En los mejores libros infantiles, los padres jamás comparten los focos con sus hijos; si es que no mueren en la primera página, interpretan los mismos papeles tristemente secundarios que interpretan los padres reales en las vidas imaginarias de sus hijos.
Es evidente que Janet Malcolm trabaja a fondo cada pieza de este libro de no ficción, que no es una ensayista perezosa: se lee numerosas obras para documentarse, pregunta aquí y allá, va a las exposiciones, charla con los autores (si es posible: supongo que no lo fue en el caso de Salinger), y luego nos devuelve textos ejemplares, que siempre agotan el tema. Muy recomendable. Y aquí puedes leer bastantes páginas.
[Editorial Debate. Traducción de Inga Pellisa]