No sé si poner misivas a navegar, gracias al aire dúctil del viento, no sea más que otra arcaica ilusión, o un fingir inútil para intentar borrar las huellas, de esos absurdos recuerdos románticos, que muchas veces nos arrugan el alma. Ahora le encuentro razón a tu pasión por los tonos ocres y otoñales de las hojas secas, para el cuadro que deseas. Quizás la vida sea para ti, un bosque sin poesía, sordo al canto de la orgía amorosa de los fantasmas del bosque, indiferente al eco de las sinfonías que le aportan con los colores primarios de la vida, toda una paleta de lujuriosos contrastes… Sé que el otoño es paráfrasis de nuestras soledades y nostalgias.
Me siento cansado. Envidio a quienes han partido y disfrutan de la música de los astros. ¿Quién dijo que la vida es corta, Amorita mía? Solo un gran milagro me podría rescatar, de esta infernal vida. Siento que hasta mi cuerpo está perdiendo esa insaciable sed, ávida de besos, esos pensamientos turbios de la epidermis, esos recuerdos que me permitían cantar la profundidad y honduras de mis pensamientos, de las vivencias fosforescentes, de los silencios íntimos e insondables del alma al desnudarse, o los fuegos fuera de control de la intimidad y sus demoníacas sombras.
Me fascina la música sacra de las agonías del alma. La poesía rojiza que brota de las heridas o del dolor que fluye cual néctar, del sufrimiento de los desencantos.
Pienso que los artistas sublimamos nuestras búsquedas, en los vientos de los volcanes de los horizontes, en los discursos de nuestras instalaciones u obras artísticas, porque allí plasmamos nuestras conflagraciones y las escarchas de nuestras desventuras. Siento que en tus ojos y en tu piel, aun vibra la pura esencia de la vida, la fuerza natural de la naturaleza, los sensuales suspiros represados de los crujientes pétalos y esa fragancia fresca y sabrosa a paraíso o Chanel No.5. Quisiera ser abeja o colibrí, para libar y embriagarme con el néctar de tu rosa.
Querida amiga: ¿Cuándo me compartes un poco más de tus conocimientos? La pintura y las palabras, ahora son una maravilla opción de vida para mí. Una estrella purpura para mis agonías, una razón para ignorar el cansancio, un embeleso que me permite aferrarme con avidez al guiño de las esperanzas tardías. Toma los versos que necesites de mis textos o poemas, para acompañar algunas de tus obras, no para que hablen por ellas, ya que son fruto de tu madurez artística, sino para que se enamoren hasta el cansancio, quienes las observen y degusten con un sincero y verdadero sentir. Ojala repartan nuevas luces, como lo debe hacer toda novedosa propuesta estética. Que impacten y seduzcan, como tu hermosa cabellera de hembra en celo o de mujer en primavera. Quiero ver ondear esa melena de rizos, como cuando les permites volar y disfrutar de la magia, del encanto de ese sueño cósmico, que nos aporta el nudismo.
Te envío una lluvia de besos y te llevo en mis impías oraciones, o mejor: Meditaciones.
El perro vagabundo
Agosto 2014