Clásicos Imprescindibles. Sólo el Cielo lo sabe (1955, Douglas Sirk).

Si introducen en el Google “películas 1955” y le dan al Enter les saldrán resultados como éstos: Marty, Al Este del Edén, Rififí, Conspiración de Silencio, La Noche del Cazador, Rebelde sin causa, Las Diabólicas, Muerte de un Ciclista, Pather Panchali… un buen número de buenísimas películas. Ah, y también Ordet y Lola Montes, que de todo tuvo que haber en la viña del Señor durante aquella década en la que la televisión se comenzaba a comer con patatas al Séptimo Arte. 60 años después podemos constatar el triunfo casi absoluto de la TV, ahora en HD, en lo que a espectadores se refiere (algunos valientes dicen que también en lo que a calidad artística).

Pero hoy la cosa va de otra obra maestra de 1955: Sólo el Cielo lo sabe.


Cada vez que revisiono Sólo el Cielo lo sabe, concluyo que esta película tiene la mejor fotografía en (Techni) color de la década de los 50. Su responsable fue el director de fotografía Russell Metty (Oscar por Espartaco) que aplicó toda su maestría adquirida del blanco y negro (Sed de Mal) para crear unas elaboradas composiciones de color (¡y sombras!) que les van a dejar temblando de emoción.

No se la pierdan, podrán disfrutar, además, de otro maravilloso y feminista melodrama de Douglas Sirk, el director germano - yanki que mora en el exclusivísimo club de realizadores que gustan a cahieristas y a carcas. Tiene muchísimo mérito.

Y es que a Sólo el Cielo lo sabe le pasa lo mismo que ya comentábamos a propósito de otro gran melodrama de los 50s, Vidas Borrascosas (1957), es una película tan formalmente perfecta que da miedo.

La impecable banda sonora de Frank Skinner cuenta con dos aliados Clásicos que vamos a escuchar hoy. Pero antes, contemplen esta imagen mítica:


El primero de los leit motivs musicales de Sólo el Cielo lo sabe es la maravillosa Consolación n. 3 (1850) del revolucionario compositor húngaro Franz List. En la película le dan varias vueltas en forma de elegantes variaciones a esta sublime melodía:


Tremendo.

El segundo leit motiv es obra de Brahms (todos en pie). Se trata de un tema del 4º movimiento de su Sinfonía n. 1 (1862). Es el tema alpino que entona una trompa y fue inspirado por el sonido de las trompas alpinas que escuchó Brahms durante unas vacaciones en Suiza.

Es delicioso. Suena así para los que sepan solfeo...

Figura 8... y así para los que no: 


Sólo para valientes: el 4º movimiento completo. A disfrutar. 

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