la tierra y el valle con su negro manto,
como presagio de muerte.
El alma, al contemplarlo,
se empapa de todo su horror.
Pero, en medio de la negra noche,
estas tú, la hermosa estrella de la luz,
para enviarnos desde la distancia
haces de inmensa dulzura,
que se filtran a través de la noche
y señalan un camino en el valle.
¡Ah! ¡Hermosa estrella de la noche...!
¡Yo siempre te he adorado!
De parte de mi corazón,
que nunca ha traicionado su fe,
saluda a Elisabeth cuando
pase junto a ti, cuando
abandone este valle de mortales
y se convierta en ángel del cielo.