Dice cercanías pero no es "mi" cercanías.
Entonces alzo la vista al cielo. Noto como los primeros capullos se van asomando a las ramas de los árboles de la parada del Luna Park.
La necesidad. O la carencia de, me lleva a crear y creer en un castillo de cristal que sé a ciencia cierta nunca será de ladrillos sólidos. Ésa plegaria a modo de mantra que repito cada día, cada noche, a pesar de mi escepticismo.
O de cómo adorar los rayos del sol de una ciudad que me late por dentro y por fuera. Ésa ciudad. Ésa misma. Ésa única. Aquélla que representa el amor más puro y cristalino. Aquélla que no será jamás, pero la vaga esperanza de que sí - aunque es no - alimenta mi cuerpo y así, despierto y respiro y sigo.
Dice cercanías pero no es "mi" cercanías.
Sólo la ilusión que ni siquiera puedo permitirme.
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