“No es tan sencillo”, pensé. Todo mientras estábamos frente a frente. Todo ocurría, pero faltaba algo.
¿Dónde quedó el amor?, eso era lo que teníamos. Se nos nubla la mente, explotan las emociones por la boca, llanto, ceño fruncido, gritos, manoteos. Personalmente pienso que si se va a terminar una relación hay que recordar por qué empezó, y si los motivos por los que se va a acabar todo, valen más que la pelea que ocurre. Es necesario acordarse de la primera sonrisa cómplice, de la primera vez que vimos una película de terror en cine, la majestuosa primera vez en que dormimos juntos, creyendo que, no existía más universo.
Recordar esos simples momentos en que las estrellas confabulan para la perfección. Cuando nos miramos a los ojos y reíamos sin sentido, seguido de un beso. Pero en otros momentos es todo lo contrario. Todo se vuelve nada por alguna cosa ridícula, y todo se arruina. Le miraba con los ojos aguados mientras me hablaba, era muy difícil no caer en lágrimas y pensar de manera objetiva. Quería creer que todo era falso, parpadear y que me estuviera besando. Al mismo tiempo quería que todo acabase y tener paz.
Nuestra historia era ciertamente complicada. Dicen que cuando dos personas se enamoran a primera vista, es que se aman desde una vida pasada, y lucharon para encontrarse en este mundo. Y, el tan generoso cosmos hizo que nos juntáramos. También cuentan que quienes se hicieron para amarse, sólo pueden amarse. Pero, es muy tarde. Nuestro tiempo cósmico acabó.
—Para —dije—. Terminemos aquí —su reacción a mis palabras me sorprendió. Miró unos segundos a la izquierda, viendo todo y nada al mismo tiempo; bajó la mirada, metió las manos en sus bolsillos, acto seguido, me miró. Nos miramos, no pude contener mis ojos.
—¿Hablas en serio? —preguntó.
—Me cansé de peleas —hubo silencio—. Sin embargo, será un hasta otro día.