Al silencio de una caricia

Por: Héctor Cediel

El hablar cimenta un regusto de vino rojo sobre bases sanas en toda relación. No soy un estafeta de la verdad, ni un pregonero, ni siquiera un simple versificador. Soy un escribano y un cantor de los versos que brotan del alma; de lo que captan los sentidos; de lo que siente y piensa el yo interno; a veces pienso que es el espíritu descifrando códigos para poder digerir todo lo que aclara, o ha pensando en voz alta. Es la poesía automática de la vida, del alma. Es el conocimiento existencialista del pensamiento y de la vida –savia de la vida para la supervivencia-. Son ideas puras que brotan, hasta donde pueden, ignorando el juicio extraño. No soy moralista, ni hay moralidad en mis pensamientos. Todos mis pensamientos son sucios por ser humanos; pero engendraron la ideología pragmática de todos mis pasos. No siento remordimiento por ninguna sombra en mi alma, ni siquiera por uno de mis actos; porque todo lo que decimos, pensamos o hacemos, es fruto de la voluntad del espíritu. Hay una ley natural que debemos respetar y esa ley es infalible, porque nos garantiza aciertos para nuestra  seguridad. Allí el bien y el mal se pueden pesar, sin el más mínimo margen de error. Escuchar la sabiduría de la voz interna, es encontrar armonía. La justicia divina es justa y exacta. No es relativa ni circunstancial; como algo casual o fortuito. No se puede ajustar o pactar por conveniencias, con las ventajas que dan los regalos. Así es el amor, amor mío. Mi pequeña y adorada doncella de la primavera. Todo tiene que ser ganancias en la llanura azul de los lucros. Sueños rescatados de los sótanos ardientes. Nunca debemos beber mares cenicientos a la orilla del amor. Debemos escribir, para poder pintar estrellas en el cielo con nuestros bramidos. Todo lo que espanta a la luz, es un grito embravecido del infierno.

¡Mi fetico burgués, mi adorado pachulí!: Una vez una amiga me bajó y me regaló una estrella con la punta de sus dedos. Hoy deseo que me regales una con tus labios. Sé que nunca serás una estrella fugaz en mi vida, porque has escrito hermosos versos de amor en mi corazón. No más laberintos, ni encierros con cerrojos. No más exilios en islas perdidas y sin tesoros. No hay que escarbar la vida cual escarabajos o sumergirnos en el estiércol, ignorando el dolor y el sufrimiento de nuestros seres queridos. No más escrúpulos con doble moral, que nos privan de vivir con pasión la vida. No más oídos a las palabras necias de los falsos sacerdotes. No más diezmos para que se propague como palabra divina, el pensamiento manipulado de un emperador romano. No más nuestro destino en manos del horóscopo o de una charlatana. Todo lo que tengamos y podamos reconstruir, lo podemos hacer con buenos sueños. La orfandad y la soledad, no son más que sensaciones espirituales. Desde que tengamos esperanzas, tendremos estrellas en el cielo para nosotros. El minotauro no es más que un mito. Nadie es único, ni indispensable. En esencia todos los falos son lo mismo. Es el sentimiento, la pasión, la magia lo que hace ver a los amantes hermosos y únicos. Su fragancia es el mejor bálsamo. Su aroma embriaga; su efluvio enloquece la sed de los labios y derrite las paredes y las puertas de las amorosas cavernas. El sexo es un pebetero de sensaciones. Los genitales de las amadas siempre serán bienolientes; fragancia de efluvios con aroma a hierba verde, a hierba húmeda, a hierba recién cortada, a yerba alucinante. Tenemos que aprender a gozarnos con el sahumerio embalsamador del amor cuando llame a nuestra puerta. El amor por lo general es timorato y solo toca una vez en el portón de nuestra vida. Amar es conocimiento, comprensión y sensatez; quién no ha amado no puede ser idóneo o competente en una relación inteligente. Experiencia es dar o servir con generosidad; enseñar para que otros metan bien la cabeza; recibir que es tomar o adoptar lo que se ha sembrado; o aprender que es instruirse y cultivarse para relaciones exitosas. La práctica nos hace más imaginativos, aptos o perspicaces para las relaciones. La inexperiencia solo genera desencantos, dolores de ovarios o de testículos. Tenemos que estar siempre dispuestos o preparados para vivir un momento amoroso. Un pacto amoroso premeditado, pierde cierta pizca de originalidad, de magia. Las espinas de la noche son el encanto encoñero de las amorosas sombras. Cuando el amor respira, jamás naufraga en el tedio. Todas las esperanzas deben brotar de la piel y nunca de una bola de cristal. Nunca debemos ignorar a los desesperados gemidos del fuego, porque la muerte se puede inventar otro cuerpo desnudo. He conocido por la lluvia, el diccionario y los mejores versos del amor, que el vino del cuerpo es luz y belleza implacable. Solo enamorándonos podemos abandonar la isla, donde sanaron nuestras infernales heridas, para que podamos inventar como los relámpagos un nuevo cielo; o como los pájaros, un mundo para sus sueños.

Amor mío, escucha los violines de las canciones y de las melodías amorosas. Hay voces que parecen el canto de un saxo. La música amorosa hay que sentirla y vivirla como chispas de esperanza por las venas. No más derrumbes en tú corazón. Nada ni nadie puede volver a erosionar tú vida. Una mujer hermosa como tú, sin ilusiones, camina absurdamente hacia la profundidad del abismo. Es verdad que los caminos de la vida, están bordeados por despeñaderos, pero siempre sobre ti, habrá un cielo como ángel guardián. De cuando en vez es bueno andar en solitario, patear algunos charcos o piedras, pero hay que encontrar respuestas. Hay que escuchar las melodías que acarician al viento y los poemas que brotan de los suspiros del saxo con coquetería. Siempre habrá ayeres que debemos ignorar para poder emprender un nuevo viaje. El esplendor de las cumbres por descubrir, pueden depender de nuestros silencios. Estoy cansado con los monólogos con piedras rodantes, insensibles y poco piadosas; con vaginas con ojeras o absurdas telarañas. Solo mujeres con música brillante en sus páginas, se pueden transformar en un hermoso libro de poemas.

Mi adorado monstruo, mi fetico burgués, ¡cómo ansío huracanar la tarde contigo para  embriagarme y extasiarme de miel en tu boca!; para transportarme gozoso a la cabellera de luz, donde bebe para embrujarse el sol; y donde nacen estrellas del agua de las bellas, cuando  invade el verano con sus uñas a las ninfas. Embriágame gota a gota con tú amor, para enajenarme y encantarme con demenciales sensaciones. Deseo barrer con mis labios las cenizas de tu cuerpo y de tu corazón. Vestirle a tu cuerpo una máscara ebria de deseos. Traducir a una misma lengua, las palabras y los versos prohibidos de tus instintos. Deseo con mis manos exorcizar hasta expulsar de tu cuerpo, todos tus miedos. Hechizarte con el polvo mágico de los verbos del amoroso efluvio. Evocar los recuerdos de nuestros ancestros que nos puedan conducir al amoroso encantamiento. Aprender a soportar o sobrellevar la vida sin amor, tolerando y soportando murtes bellaquerías, no tiene sentido. Conjuremos los complots del destino. La envidia es feliz maquinando contra los enamorados. Todo lo que nace de la conspiración, nunca es bueno. Dejemos que el fuego nos ligue, sin jurarnos nada; sin hacernos promesas necias, que por lo general nunca se cumplen. Deja que cante manzanas tu nombre en mis labios, para que deliren desnudas hermosas imágenes. Soy la espiga del pavo real que te coquetea desde una botella madriguera, para dormir los silencios de las aguas que manchan tus sueños. Roca me enseñó a dibujar sueños llovidos del alma con palabras. Maria Mercedes nos sirvió copas con vino rojo; para ahogar como los ruiseñores las penas de ese absurdo mundo de oropeles, o en el lago donde crecen rosas a la orilla de sus nauseabundas aguas.

Seamos tolerantes e indulgentes con nuestros errores. Aprendamos a amarnos en silencio y con la complicidad demencial de nuestros deseos. Cierra los ojos. Siente al silencio como una caricia por tu cuerpo y a los versos como si fuesen los favores de mis privanzas predilectas. Cuando apagues la luz, me gustaría que estas palabras iluminen tu camino. Las noches no pueden perder su infinito encanto, así nos embosque la nieve o creamos que el invierno será de ahora en adelante, la única estación en nuestras vidas. Me siento como un halcón abandonado por la belleza, cuando tu no estas para encender la chimenea y contemplar el fuego.

Eres la música de un hermoso poema. Te amo. Aún conservo el regusto de tus pezones. Solo la muerte me haría regresar al valle de las sombras.

boca

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