No. Estás confundido. Gladys González. Era la maestra de Geografía. ¿Cómo? Estás mal. Lo tengo escrito acá. Mira. Clarito. Gladys González. Lo que no recuerdo es de dónde era. Sí, chilena. ¿Pero de qué región? ¿Cómo va ser de la Araucanía? Estás perdido. Ni idea, pues. La estás confundiendo, la que yo te digo siempre traía un abrigo, por eso pensábamos que estaba enferma. Ella aseguraba que no se lo quitaba porque temía perderlo. Sí. Obvio a mí me gustaba. Aunque sus clases eran malísimas. Solo recuerdo cuando explicó lo que era el viento mistral. ¿No? Fue casi al terminar el curso. Se pasó una hora describiéndolo. Incluso lo dibujó en la pizarra.
Jorge Posada: ¿Qué papel tiene el cuerpo en tus libros? ¿Tus libros serían una especie de bitácora del dolor, de la desesperanza y del placer que recibe ese objeto que es el cuerpo? ¿Es el cuerpo una especie de armario de escombros? ¿Una crónica de inestabilidades?
Gladys González: El cuerpo cumple la función de sostén del escenario, la resistencia y resiliencia de este es fundamental para que se cumpla el objetivo de enfocarse en un espacio donde, generalmente, hay violencia, precariedad y vulnerabilidad. Funciona como un armario de escombros, de bodega y lienzo para retratar un momento. El cuerpo funciona como un eslabón entre la escritura y lo escrito, una bitácora y un muestrario de la huella de inestabilidades y abusos que rigen un determinado espacio sociocultural.
Fragmento de "Escenas y entrevista" de Dejar de hacerlo (Antología de Gladys González). Descarga.