Después de las estremecedoras ¿Qué fue de Baby Jane? (1962) y Canción de cuna para un cadáver (1964), ambas de Robert Aldrich, y cerrando una especie de trilogía personal, Bette Davis volvió a interpretar a una anciana perversa en esta película de Seth Holt, A merced del odio (The Nanny, 1965), menos truculenta y efectista que las dos anteriores, pero también estupenda y llena de macabras sorpresas.
Adaptando a la pantalla grande una novela de Evelyn Piper, la película de Holt se sustenta, como las de Aldrich, sobre la interpretación magistral (aunque aquí más contenida) de Bette Davis, que monopoliza obsesivamente la cámara, y sobre un guion lleno de giros y pistas falsas que desconciertan al espectador.
Muy lograda la atmósfera y elegante la fotografía, creciente el suspense y la tensión dramática, y emotivas las interpretaciones del resto de actores (en especial la del niño William Dix), pero sobre todo inolvidable y de escuela el papel de Bette Davis, que una vez más demostró que le iban como anillo al dedo (a aquella edad) este tipo de personajes atormentados.
Que ustedes la disfruten.
Vicente Muñoz Álvarez
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