(...) Entonces recordé unas palabras del libro de Sofía Casanova: «se engañan, se engañan hoy y se engañarán durante toda su vida». ¿Y por qué se engañan? La misma Sofía nos lo explica a continuación: «¡Oh cándida incredulidad de muchas gentes, sin juicio analítico ni otra guía del laberinto moscovita que su deseo de que ocurra lo que les conviene» (la cursiva es suya). ¿Y qué les conviene? ¿Qué les convenía a las buenas gentes de clase media y alta de Moscú y San Petersburgo? Pues pensar que Lenin, Trotski y los bolcheviques eran una pandilla de delincuentes y de locos sin organización, sin capacidad para tomar en poder, sin el valor necesario para ello. Pensaban, gran error en que suelen incurrir las «gentes de bien», que con «cuatro tiros se soluciona todo», que al ver aparecer el primer batallón de soldados o al escuchar el chasquido terrible de los caballos cosacos avanzando por las calles pavimentadas saldrían huyendo en desbandada, y se pondría fin a los sueños delirantes del populacho revolucionario para siempre. Sí, puede sonar exagerado, pero eso es exactamente lo que pensaban. Y no solo los buenos burgueses, sino incluso algunos miembros del Gobierno provisional, que forzosamente debían estar mejor informados… (...)
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