Fiestas de San Roque. Solo me apetece leer. Ni tan siquiera tengo ganas de pasear por los campos. Siempre igual: esta maldita misantropía, esta indiferencia, este silencio. Noto que tengo la voluntad anulada, o mejor, que solo busco libro o soledad. Aquí no me siento dueño de mí sino atado a otras voluntades que obedezco por temor a ser ingrato, desagradecido, maleducado.
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Atardece. Apetece dar un paseo tonto, sin pretensiones de aventura o ejercicio, carretera abajo, hasta donde quieran las piernas. Da igual solo o con hijos, con el cuaderno o con los prismáticos. Un paseo para estirar las piernas, pisar las sombras, oír al viento, bostezar contra el ocaso. Porque es el último atardecer de septiembre, y es mejor andar que seguir dando vueltas en la noria de la soledad.
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Caminar… aunque solo sea para estar más cerca del horizonte. Escribir… aunque solo sea para estar más lejos del horizonte.
[Pepitas de Calabaza]