Una universidad sin cabeza





Ciudad Universitaria es uno de esos sitios donde la metrópoli se acaba y da la impresión de que se puede salir andando al campo. Es una ilusión óptica que se deshace bruscamente con el runrún de la autovía del noroeste, la A-6. No obstante, si se le pone voluntad a lo de atravesar puentes cuyas barandillas lucen azul 'pepero' en vez del gris con el que estaban pintadas antes (un gris acorde con los colores de la estructura de estos pasos), se puede llegar a la Casa de Campo desde la avenida de Séneca. Eso, claro está, si logramos entrar a Madrid Río, custodiado en esta parte de la urbe por el Puente de los Franceses. Y es que lo que hay al término de la mentada avenida es una maraña de carreteras sin fin que atormentan al incauto peatón y ponen sobre la mesa la contemporánea pregunta de por qué diablos el coche va siempre en contra del caminante. Bien es cierto que quienes usan el coche para todo piensan a la inversa cuando se topan con demasiadas calles peatonales. ¿El aristotélico equilibrio se consigue, en una ciudad grande, con la suma de desequilibrios? Puede ser, aunque una servidora piensa que no debe de resultar difícil alcanzar mejores acuerdos. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ.
 
La fotografía es de Olmo Calvo.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*