Me fascinan cada vez más las películas de terror mexicanas de los años 50 y 60 del pasado siglo, góticas y truculentas, románticas y desquiciadas, y esa atmósfera ominosa y espectral que las caracteriza, a la altura de las mejores producciones de la Hammer.
Esta que ahora reseño, La madición de la llorona (Rafael Baledón, 1963), por ejemplo, una oscurísima fábula de brujas y de vampiros, de reencarnaciones y monstruos, pavorosa como una noche de invierno sin luna.
Inspirado en la leyenda popular de la Llorona (sobre la que se han rodado varias películas), el filme de Baledón reúne muchos de los tópicos del género: criptas y aparecidos, páramos neblinosos, escenarios barrocos, crímenes y maldiciones, casas encantadas, venganzas de ultratumba...
Con una fantástica fotografía en blanco y negro, un guion delirante y una cuidadísima puesta en escena, La maldición de la Llorona cumple a la perfección con su cometido: ponernos la piel de gallina (siempre y cuando sepamos valorar sin prejuicios este tipo de cine y salvar las distancias del tiempo) y hacernos pasar un buen rato.
La aparición de la Llorona con los dogos en medio de la niebla al comenzar el metraje (un guiño al Perro de los Baskerville de Terence Fisher) es imponente y abrumadora, y marca el tono fantasmagórico del resto de la película.
Serie B de la buena, que os recomiendo fervientemente videar.
Vicente Muñoz Álvarez
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