El dolor clandestino se desvanece. Entonces soy pura. La furia contenida explota haciendo trizas el silencio que ni siquiera se reduce a cenizas. Los días ya no existen. Poco importa si la noche es eternidad cuando un manto de flores cae sobre las manos.
La luz incita a la violencia de las palabras. Aquellas que son un manojo de verdades pero que apenas, nacen. ¿Para qué darle un significado a lo que es?
Vivir. Vivir. Vivir. Ya no cabe tanta angustia cuando el cuerpo despierta y resplandece.
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