Como decíamos en los apuntes “Tres ejes de narración” (pincha aquí para acceder a ellos), al hablar del narrador, hablamos de la voz que ordena y cuenta los hechos desde un punto de vista concreto (no del autor de la narración), que repercute en la distancia desde la cual cuenta la historia. Esta visión narrativa es crucial a la hora de conectar con el lector, ya que la literatura de ficción tiene como objetivo entretener al lector a través de activar su imaginación y generarle emociones, y esto se consigue mediante la conexión del lector con los personajes. Cuanto más les conozca y más de cerca les siga, más emociones le serán generadas. Pero cada historia tiene sus necesidades concretas: no es igual un relato dramático e intimista que uno épico con diferentes personajes y escenarios.
Atendiendo a este criterio, el punto de vista más directo es el de la perspectiva del personaje al que le suceden los acontecimientos. Así, el lector puede sentir lo que él siente y pensar lo que él piensa. Por lo tanto, tenemos dos tipos generales de narrador: el interno y el externo. La diferencia radica en que el narrador esté o no en la historia; es decir, sea meramente una voz o un personaje, y en el segundo caso, habría que ver qué tipo de personaje (protagonista o secundario).
- Narrador interno en primera persona (intervienen en la narración como personajes).
- Narrador protagonista: Narra desde dentro de la historia. Es el personaje protagonista. Cuenta con sus palabras lo que siente, piensa y observa. Todos los personajes son secundarios y existen a través de él. Según cuente más o menos pensamientos y sentimientos, aún en primera persona, la percepción podrá ser más subjetiva u objetiva.
- Narrador testigo: Narra y aparece en los hechos pero no es el protagonista, aunque narra las peripecias de éste. Un caso claro es del Doctor Watson, que ha sido copiado en la novela negra para presentar al detective como testigo de la trama y sabe igual que el lector, de forma que van descubriendo juntos las pistas. Esta forma es más limitada que la anterior porque no nos da acceso a la vida interior del protagonista.
El narrador interno es considerado más verosímil, y más en primera que en tercera persona. La pega es que son sumamente subjetivos y nos presentan una perspectiva sesgada de la acción. Sucede un fallo habitual que es saltar de la primera persona al narrador omnisciente. Ejemplo: narrador interno que describe la reacción de otro personaje: “Tenía frío y estaba triste, apesadumbrado”. El personaje que narra no sabe qué le ronda en la cabeza a otros personajes, esto solo lo sabe el narrador omnisciente. Mejor decir: “Tiritaba sin parar y le cayeron un par de lágrimas”. Un narrador en primera persona proporciona una cercanía mayor que cualquier otro tipo de voz narrativa. Es más fácil para el lector identificarse con alguien que habla de sí mismo. No hay intermediarios entre el protagonista de la historia, que la ha vivido de primera mano, y el lector. El problema de la primera persona es que el narrador sólo puede contar lo que conoce de primera mano o lo que le han dicho, y tiene las limitaciones de su educación y su entorno cultural y social. Si escribes la historia de un personaje de otra época u otro país en primera persona, deberás conocer de forma exhaustiva tanto su cultura, como su historia como su forma de hablar, pensar y normas sociales a las que se atiene.
- Narrador externo en tercera persona (no son personajes ni participan en la acción).
- Omnisciente: Todo lo sabe y juzga. Conoce tanto el principio como el final de la historia, todo cuanto piensan, sienten y hacen los personajes, todos en la misma medida. Es capaz de penetrar en los sueños y en la conciencia de los personajes.
- Deficiente: Cámara de cine. Seguimos a los personajes, observamos sus reacciones (rubor, escalofríos, tartamudez) pero es el lector quien debe interpretar sus emociones (vergüenza, miedo, timidez).
El narrador externo es extremadamente eficaz en la novela policíaca, pues genera suspense. Al narrar desde la perspectiva del personaje es posible que no sepa acerca del peligro, entonces para crear este suspense, podemos anticiparnos y narrar una escena anterior desde el punto de vista de los agresores donde aparezcan planeando cómo van a asaltar al personaje y de paso, utilizamos variedad en la narración. El narrador omnisciente es el que lo sabe todo, absolutamente todo lo que pasa en la historia, tanto dentro como fuera de la cabeza de todos y cada uno de los personajes. Suele ser una voz en tercera persona singular y se le acusa de resultar más frío, de filtrar la información de manera que al lector ya no le llega de manera tan directa.
Si tienes dudas sobre el tipo de narrador que necesita tu escrito, haz una prueba utilizando ambos para ver cómo os encontráis más cómodos, tanto tú como tus personajes.