¿Se puede vivir de la escritura?

Por: Víctor J. Rodríguez

“Si el escritor persevera, y tiene atractivo literario, su obra terminará publicada.”

Sí, pero es casi una quimera, a no ser que seas un privilegiado. El equipo de Bookers se ha puesto en contacto con varios escritores profesionales, todos con varios libros publicados, habiendo trabajado con varias editoriales, para conocer de primera mano cómo es la profesión. Sin embargo, escribir tiene que ser entendido como un arte, como una pasión y no como una profesión en la que puedas vivir holgadamente, a no ser que seas un autor  que consiga que sus creaciones sean best sellers. Parece una opinión derrotista, pero es la realidad que todos los autores consultados han querido transmitir.

Las ventas son el principal problema a la hora de conseguir beneficios. Y a la hora de publicar. Las escasas ventas de libros hacen que las editoriales no ganen dinero, consecuentemente no arriesgan a la hora de publicar. Por lo tanto, en las librerías hay menos ejemplares y de menos autores. Además, todo lo que se publica no llega al público, porque los distribuidores no pueden hacer llegar a las tiendas todas las novedades que se generan. Así de sencillo es el efecto dominó de la crisis editorial, que no literaria, pues hay una infinidad de autores con muchas ganas y muchas ideas. David Jasso, autor de un par de antologías en solitario y seis novelas, además de numerosas colaboraciones en antologías y revistas, reconoce como parte principal del problema la venta de libros:  “se venden pocos libros, y eso afecta a todos. Ese es el verdadero problema: la falta de ventas”. David ha compatibilizado su labor de escritor con su profesión de periodista.

Pocos autores “no comerciales” (entendiendo no comerciales a los que no venden best sellers) viven del 100% de sus ventas. Algunos reconocen que se puede vivir de la escritura, pero no estrictamente de la literaria. Gran cantidad de autores compatibilizan su labor creativa con colaboraciones en medios de comunicación, clases y talleres de escritura o cualquier otra profesión.

La editorial quiere ganar dinero. Los autores literarios no dan dinero.

Julio Espinosa, escritor chileno afincado en Zaragoza, director de la Escuela de Escritores de Zaragoza, ha publicado seis libros de poemas y dos novelas. Los dos últimos son “La casa amarilla”, que salió en la colección de poesía de Pre-Textos, y “La fría piel de agosto”, novela que publicó Alfaguara en Chile. Cuando ganó su primer concurso, el Villa de Leganés, con “Las metamorfosis de un animal sin paraíso”, ganó dinero por primera vez. “Fueron nada más que seiscientos euros, pero los disfruté mucho”.  Describe así la situación del mundo editorial: “la industria editorial es un negocio y tiene que ganar dinero. Pienso que se publica más que nunca y un porcentaje importante es de autores nuevos. Ahora bien, la calidad no tiene que ver con este porcentaje. La editorial quiere ganar dinero. Los autores literarios no dan dinero, por lo menos, al comienzo. Se trata de apuestas a mediano o largo plazo y eso ya no se da. Pero en España hay una gran cantidad de editoriales medianas apostando por poetas y narradores nuevos. No hay que descartar nunca que te dejen de publicar simplemente porque no des la talla. Que uno crea que es fenomenal, no quiere decir que lo sea. Los buenos autores siempre terminan publicados, aunque sea después de muertos. Otra cosa es que, desde mi punto de vista, hoy, más que personas que quieran ser escritores, hay personas que quieren tener publicado un libro. Escribir es un oficio que requiere tiempo para el aprendizaje y la corrección, y las fiebres literarias son otra cosa, que tiene que ver con la cultura del pelotazo: ahora voy y saco “algo” que comprará mucha gente y yo apareceré en los periódicos. Una mentira, pero la gente se lo cree”.

En España las editoriales se quedan generalmente el 90% de las ventas de los libros, dejando al autor con el resto, puede ser una cantidad pequeña, sin embargo no lo es tanto para los autores de grandes ventas. Es por ello que los escritores recomiendan no escribir por dinero, valorar el trabajo de uno mismo y sentirse orgulloso al ver tu obra en las estanterías de las librerías. Además, muchos de los que consiguen que en su contrato se tenga en cuenta una remuneración, no llegan a ver los beneficios, ya que no han sido pocas las editoriales que no han cumplido sus contratos y han dejado de pagar a los autores por su trabajo.

Un detalle a tener en cuenta es que la mayoría de escritores que consiguen beneficios por sus obras son autónomos. La mayoría de los entrevistados coinciden en que cuando se llega a un determinado nivel, resulta imprescindible serlo. Al principio, se puede ser escritor, y cobrar algún dinero sin haberse dado de alta como autónomo. Cuando una editorial pasa las liquidaciones de ventas, el autor tiene que presentar una factura. Eso conlleva ser autónomo con los consiguientes gastos y descuentos. En ocasiones lo que se hace (si el importe es pequeño) es pasar un recibo, una nota de abono o una factura “no formal” sin IVA. Lo habitual es que no compense, ni de lejos, hacerse autónomo para cobrar los beneficios de las ventas.

Míchel Suñén, (blog) autor aragonés de diez novelas, cinco de ellas de misterio (Psicario, Talión, Diva o muerte, Látex y Diábolo), un ensayo (Cómo enamorar hablando en público), un libro de relatos (Nacieron desnudos) y media docena de libros infantiles. Se dedica profesionalmente a la escritura publicitaria, afirma que “comenzar a publicar no es sencillo, y es cierto que algunos buenos autores se pueden quedar por el camino; pero también es verdad hoy en día que si el escritor persevera, y tiene atractivo literario, su obra terminará publicada”. Él tuvo la suerte de ganar dinero a partir de  su segunda novela, “Si muerte muriera”.

Género

El género literario puede convertirse en una barrera, un escollo más que superar para los autores. Muchos se encuentran con editoriales que ponen trabas y prejuzgan ante manuscritos de una u otra temática. Es totalmente cierto que hay géneros más minoritarios que otros y peor vistos (y eso limita las ventas).  Juan de Dios Garduño, autor de una antología de relatos, tres novelas, con la primera de ellas, “Y pese a todo”, empezó a obtener beneficios y además va a ser llevada al cine recientemente como “Extinction“), editor de Palabras de agua, afirma que “es más fácil ganar dinero con el género histórico o la novela romántica que con el terror o la ciencia ficción, por ejemplo. Pero no creo que el que escribe terror se pase a histórica para ganar dinero. Yo creo que el escritor de raza escribe sobre lo que quiere escribir, sin pensar en si ganará más o ganará menos”. Por su parte, David Jasso, que también ha trabajado el género de terror y suspense, opina que el género “puede ayudar a consolidarte, te abre un nicho de mercado y hace que algunos lectores te vayan conociendo. Si se cambia de género, tienes que volver a empezar en cada estilo”.

Internet

Las nuevas tecnologías han facilitado el camino editorial a miles de autores, poniendo herramientas a disposición de los usuarios para poder publicar. Muchos publican por hobby, por “tener algo”, sin más miramientos. Otros, sin embargo, lo hacen con la intención de buscar un beneficio rápido. No a todos los autores consolidados les gusta la presencia de webs como Amazon. La ausencia de filtros de calidad, de rigor editorial, supone un mercadeo de creaciones literarias que benefician a quienes más clientes tienen.

Julio Espinosa opina que en webs de autopublicación “no interesa la calidad. No interesa el autor. Es un mercado al por mayor donde el único que gana es el que alquila los puestos. Nada tiene que ver con la literatura…”. Además, el autor medio no conseguirá muchos beneficios: “ganará el 30% o 50% de cada libro, unos 25 euros como mucho. Sin duda gastará mucho más en autopromocinarlo en Facebook y la propia página de Amazon. Negocio por todos lados para la empresa. En cambio, si el autor es malo, se morirá de asco. Y si es relativamente bueno, los piratas de Internet correrán para ofrecer gratis su libro entre otras miles de descargas. Es decir, perderás por todos lados”.

Acerca de este tema, Juan de Dios Garduño señala el peligro que corren los escritores profesionales ante el riesgo de pirateo. “Nuestras novelas están pirateadas a los dos días. Hay toda una mafia detrás de la piratería de libros. Mucha gente piensa que son usuarios corrientes, pero hay empresas que se dedican a la compra-venta de packs de novelas piratas para subirlas a webs y lucrarse con la publicidad. O como hace poco, que un par de usuarios estuvieron vendiendo novelas piratas en Google Play y lucrándose con el trabajo de los demás”.

Por otro lado, hay quienes valoran la oportunidad que permite la comunicación, difusión y el contacto entre escritores y público. Para Míchel Suñén, la autopublicación es “un buen punto de partida para saciar la necesidad inicial de ver la obra publicada cuanto antes. Siempre y cuando se tenga presente que las posibilidades de rentabilidad económica son remotas”. Aunque señala “casos especiales que dan el salto desde estas plataformas, como ha sido el caso del escritor aragonés Esteban Navarro“. Acerca de las plataformas web, Suñén afirma que “las herramientas no son buenas ni malas en sí mismas, depende de la forma en que se usen. A nivel de difusión de obras, ofrece nuevas fórmulas de comercialización y llegada al público muy interesantes. La contrapartida es la posibilidad real del pirateo del libro. Para la producción literaria, Internet ofrece un caudal informativo inconmensurable, por lo que se ha convertido en un apoyo espectacular para la creatividad literaria. Yo estoy a favor del progreso, e Internet lo es. Aunque aún tenemos que acostumbrarnos a él”.

Premios

Todos los entrevistados han ganado premios. Los premios son una manera de publicar, ya que muchas convocatorias ofrecen una publicación en lugar de una remuneración económica, pero no son un fin, o no deben convertirse en un objetivo. Muchos autores consiguen ganar premios porque adquieren una habilidad especial: escribir exactamente, lo que saben que los jurados escogen como ganador. Existen los profesionales de los premios. También existen los casos en los que se sabe quién será el ganador antes de convocar el premio, que están dados de antemano.

Pero hay que concebir los premios como un elemento del aprendizaje de un escritor, una etapa más en la carrera literaria. Para Garduño, “los premios literarios forman parte de la evolución del escritor” y es bueno dejar atrás esa etapa. Suñén opina que “participar en concursos es una buena opción para intentar abrirse camino. Animo a concursar a los noveles pero sin desesperarse: lo normal es no ganar. En caso contrario… bienvenido sea”.

CEDRO

LOGO_CedroCEDRO es el Centro Español de Derechos Reprográficos, la asociación que se encarga de defender y gestionar de forma colectiva los derechos de propiedad intelectual de tipo patrimonial (reproducción, transformación, comunicación pública y distribución). Se presenta con la misión de representar y defender los legítimos intereses de autores y editores de libros y publicaciones periódicas, facilitando y promoviendo el uso legal de sus obras. Entre otras funciones, se encargan del reparto entre autores y editores de las cantidades que les corresponden por la utilización de contenidos de sus obras.

Todos los autores recomiendan su asociación, aunque ahora los ingresos que reparte han bajado, pertenecer a CEDRO supone un buen complemento anual que premia las publicaciones realizadas durante los últimos años sin exigir nada a cambio. A parte, los libros también proporcionan dinero cuando están en las bibliotecas. Sigue siendo tu creación, aunque tú no la tengas a tu lado. Y CEDRO se preocupa por cobrar los derechos de reproducción. Para los escritores profesionales asociarse siempre es bueno, es muy conveniente que haya asociaciones que defiendan y representen a los escritores.

El mejor consejo: la pasión

“Perseverancia, paciencia, y ganas de mejorar constantemente.”

Escribir es el mejor consejo que dan todos los escritores profesionales. El siglo XXI es una época que ha resultado tardía para todos los que sueñan con ser escritores, con vivir de las ventas de lo que escriben. Suñén afirma que es tarde para “los jóvenes y los veteranos. Ahora las posibilidades de ocio y entretenimiento son tantas que resulta complicado conseguirlo. Pero, todo sea dicho, ¿en qué profesión no lo es?”. El mercado editorial ha cambiado mucho, es difícil acceder a él, se vende poco y es muy complicado mantenerse. Vivir solo de vender libros es imposible; y más si buscas una continuidad, puede ser que des un pelotazo y un par de libros se vendan bien y ganes cierto reconocimiento, pero mantenerse así durante años es algo que solo consiguen unos pocos (poquísimos) autores. Otro caso diferente es el que se da fuera de nuestras fronteras, donde las condiciones de venta y distribución son muy distintas.

Espinosa detalla que “si uno escribe por pasión, por búsqueda, no, nunca es tarde, pase lo que pase. Hay que recordar que la leyenda dice que Ercilla escribió La Araucana en los trocitos de papel que se iba encontrando en el campo de batalla y luego lo transcribía. Digamos que la realidad es el campo de batalla. Uno escribe trocitos, fragmentos. Luego lo transforma en algo más, con cierto sentido. Ese es el trabajo del escritor, del creador. Y para dedicarse un cien por ciento a ello tienes, más que cobrar por ello, habitar un lugar mental, donde todo gira en torno a lo que escribes primero en los fragmentos de tu cabeza y luego, en un papel o una pantalla de ordenador”.

escribirEl principal consejo que un escritor profesional puede dar a un escritor novel es que no escriba por dinero “Que se olvide de eso”, afirma Jasso. “Que escriba sólo si siente la necesidad de hacerlo, pero que no lo haga por la fama o la pasta (por ligar ya ni hablamos…). Eso solo le llevaría a desengañarse y amargarse. “Incluso en el mejor de los casos si es publicado por una buena empresa, su vida editorial será efímera. Es una pena, pero las cosas están así. Eso sí, que esto no le desanime, que no deje de escribir. A veces los sueños se cumplen”.

Espinosa, en un tono distinto, aconseja al novel “que se olvide de escribir y comience a leer. O, en su defecto, que intente participar en algún reality show, donde, de seguro, tendrá mucho tiempo para mirarse al espejo y pensar en lo bueno que es y lo injusto que es el mundo”.

Suñén lanza a los autores noveles el mensaje de que “empiecen a pensar en su siguiente novela y no se coman el tarro por rentabilizar económicamente su talento. Este no puede ser ni el principio ni el fin de una carrera literaria: escribir es una necesidad, no un objetivo económico. Si después llega el reconocimiento monetario, perfecto, pero uno tiene que ser capaz de escribir porque lo siente así, con independencia de las circunstancias crematísticas”.

El consejo de Garduño es un mensaje cargado de ambición y optimismo: “Que sea perseverante, y que se preocupe de mejorar. Que se convierta en un escritor tan bueno que las editoriales quieran disputárselo. De todos modos, es normal que empiece ganando poco, al no ser conocido tendrá que ganarse al público y a la crítica (pero sobre todo al público). Está muy manido lo que voy a decir, pero esto es una carrera de fondo. Grandes escritores que hoy salen en la lista Nielsen empezaron ganando una mierda, y ahora ganan miles y miles de euros. Perseverancia, paciencia, y ganas de mejorar constantemente”.

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