Todavía de viaje, acabo de terminar la lectura de "Regresiones", de Vicente Muñoz Álvarez. Terminar un libro es como despedir a un amigo, renunciar al disfrute de su complicidad. Pero esta vez es menor la desazón porque Vicente Muñoz Alvarez, afortunadamente para mí es mucho más que un autor, es una persona de carne y hueso de cuya compañía puedo disfrutar. Gracias por el ejercicio de complicidad sobre una época y unas vivencias, que si no fueron iguales para todos, sí nos aglutinan a todos los que estábamos vivos en los últimos cincuenta años.