"Himno del desolado", de Aníbal Núñez.




Qué hacer para mostrarse solidario
de la ruina. Arruinarse. No es astuta
la hiedra que derrumba; el viento menos
que echa tejas abajo. El atributo
de la desolación florece, crece:
vida sin colorín que sustituya
donde vida no habrá. Se poda el canto
no para su esplendor, para el embuste
mandado a suplantar. Nazca el asombro
donde no -es invisible la mano, la sonrisa
es norma- quedan brotes de otra especie.

Como la hiedra crezca terco el asombro
y, si abatido, más; hasta un abismo
-de qué hablar a los cómplices- de fértiles,
inútiles lianas: que así la ruina, al menos,
se aniquile dejando a la victoria
el campo libre para sus batallas,
pues nosotros -se suman otras voces-
llegados a este punto hemos tomado
la ilustre decisión de naufragar.



Aníbal Núñez


 "Todo Aníbal Nuñez es un universo de entrecruzados canales de cuyas espirales uno sigue la imposible huella de su pensamiento no sin dificultad, no sin un gozo profundo, casi primitivo, como al escuchar música arcaica". Por mi parte, yo mismo me sumo a esta persecusión de su "imposible huella" y naufragar en otras tantas voces.
A.B.
Arturo Borra, Viktor G. Valentinos.
 

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