Todo mi ser siente emoción contigo, con tus palabras, con tus caricias. Cuando me acaricias es como si el mundo se parara y no existiese nada ni nadie más. Me siento volar… Siento mi alma fluir y danzar de dulzura, de placer, de emoción… ¿Cómo se puede acariciar de ese amoroso y delicado modo como si adorases a un ángel o como si una delicada pluma bailase con la más absoluta libertad y goce?
¿Cómo he podido estar tantos años sin descubrir estas manos, sin disfrutar de ellas, de este ser tan divino, tan dulce, tan deliciosamente delicado y a la vez ese toque varonil? ¡Gracias, vida!… por darme este maravilloso regalo, a este ser tan angelical y divino, que a veces tengo que pellizcarme por si estoy soñando, pero me despierto y lo que veo es mi fiel reflejo en el agua.