Hiroshi Sugimoto. |
no tengo porqué tener una casa, pensé
cuando me preguntó si vivía acá
desde siempre. ¿es tuya?
me dijo
y quise imaginar, que si me metiese dentro de su boca
atrás, bien atrás
encontraría un campo verde oscuro –
como el de las aceitunas-
y ahí,
en medio de la nada, solito,
un cencerro apoyado sobre pasto,
esperando.