vender zapatos, pocos, la verdad... pero darme un paseo cuando el sol se ponía, justo a la hora del crepúsculo, por el imponente casco viejo de Zamora (hermoso como las Antiguas Brujerías de Algernon Blackwood, que por enésima releo), ver los libros de mis compis José Angel Barrueco y David Refoyo en el escaparate de una librería, conversar por teléfono con Ena Bolena y, providencialmente, encontrarme de nuevo a El Choche y tomar con él una cerveza, eso sí que sí, justifica el día...
lo demás
para los perros
del amo
del amo
Vicente Muñoz Álvarez