Atraer la atención: comienzos y finales originales. Errores comunes.

Por: Tery Logan

EL COMIENZO

A diferencia de una novela, el relato corto funciona como el amor a primera vista. El conflicto debe asomar desde el principio, bien en las primeras líneas o en el primer párrafo. Debe captar la atención del lector para que quiera saber más sobre lo que vamos a contarle o cambiará de historia. Así de simple.

Pero, cuidado. Esbozar el conflicto no es abrumar al lector con demasiados datos en pocas líneas ni desvelar demasiada información que reste protagonismo el final. Debe ser espontáneo, sencillo y acorde con el resto de nuestra historia para no ir nunca de “más a menos”.

Lo mejor es que muestre al protagonista ante un conflicto, con la doble misión de atrapar al lector y resumir el tono emocional de nuestra historia.

Vamos a ver algunos comienzos que pueden ayudarnos a conseguir este efecto:

1- A PARTIR DE UNA SERIE DE PREGUNTAS: lanzadas en general o de formareflexiva.

2- CON UNA ANÉCDOTA.

3- TESTIMONIO.

4- DIRECTO AL CONFLICTO: ACCIÓN PURA Y DURA.

5- A TRAVÉS DE UNA CARTA.

6-USANDO EL DIÁLOGO DIRECTO.

El lector actual huye de los comienzos “meteorológicos” (Llovía y hacía frío… Hacía un sol precioso…) y también del comienzo clásico: descripción del protagonista, sus orígenes y su rutina diaria (Nació en un barrio humilde, pero de eso ya hace mucho… Juana se levantó, preparó el café, comió un par de tostadas y se vistió para ir a trabajar…). Otros ejemplos de errores a evitar:

Hubo una vez que… Hace mucho tiempo… En un pueblo perdido… En una preciosa mansión… Simplemente eran felices… Vivían rodeados de un bosque…

EL FINAL

Hay finales tan originales que son escritos para comenzar el relato. En este caso, hablamos de un flashforward. Es un recurso potente pero que ha de ser manejado con cuentagotas. Si comenzamos con un crimen, una despedida o una ruptura, el lector ya estará enganchado para continuar leyéndonos, pensando: “¿Qué? ¿Me van a dejar así?”

Otras veces, el final es una explicación que cierra la historia volviendo a un suceso anterior, relacionado con lo narrado, pero que ahora es cuando encontramos el sentido. Hablamos entonces de un flashback, que al igual que el flashforward, ha de ser utilizado con mesura.

En general, los finales que cierran de forma cronológica la narración (sin flashbacks ni flashforwards) tienen una máxima: todo efecto es una conclusión lógica de una causa.

Y esta causa debe ser conocida por el lector, o al menos, esbozada, para que no se sienta “atracado” por sorpresa en el último párrafo.

En el relato nada debería suceder por azar, y cuando esto suceda, debe ser porque así lo hayas elegido, y has de remarcar que la casualidad juega un papel relevante en la historia. Porque la suerte o el azar pueden ser con secuencia de una cadena de acontecimientos cuyas causas que los ponen en marcha desconocemos, pero en literatura, si el resultado es inverosímil o poco coherente, si la situación se resuelve de manera “milagrosa” o un personaje cambia de actitud o pensamiento sin que un acontecimiento provoque dicho cambio, el lector se sentirá engañado.

Por supuesto que puedes hacer que tus personajes actúen por impulsos, hacerles tener reacciones imprevistas… pero asegúrate de dejar claro que los personajes se comportan así por un motivo que les hace ser así. Igual sucede con las situaciones. No puedes resolver un asesinato sin haber hallado todas las pistas, pasito a pasito y siguiendo una sucesión coherente de acontecimientos. Queda fatal sacar unas de la manga en el último instante para cuadrar algo que no has sabido resolver. ¡No tomes el pelo al lector ni lo tomes por idiota!

El lector se enfada con los: de repente, de pronto, en un momento dado… Tampoco le gustan las soluciones oníricas (Se sintió aliviado al descubrir que todo había sido un sueño) ni psicóticas (Todo había sido producto de su imaginación).

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