Hospital psiquiátrico 2

día 14

Hoy no tengo ganas de matarme. Sin embargo a medida que el tiempo pasa el encierro es cada vez más real, como si fuera a comerme una mano o como si pudiera amputarme una pierna. Encuentro en un libro un ala de gaviota y recuerdo el mar. Le digo a mi psicólogo que Él es vibrante, intenso y que no tengo capacidad para dejarlo. No hay dolor. No hay sensaciones grandilocuentes pero hablo. Pasan los aviones y yo hablo. Ambos miramos hacia arriba. Después, que soñé que Él me miraba desnudarme. Las ganas de haber llorado, mientras él metía todo su pene por la boca, de amor. Le digo ésto y otras cosas, por ejemplo: ayer hice gimnasia, y tengo ganas de fumar marihuana con Ud. doctor, para que comprenda cómo es vivir Noelia. 
Mi psicólogo no sabe que a veces la felicidad es intensamente asquerosa. 
Y yo no sabía que en la cárcel también iba a perder la cabeza hasta sentir el coágulo en la entrepierna, aflojándose, apasionadamente, como una violación hermosa. Tenés la presión por el piso, dice una enfermera. Hoy no tengo ganas de matarme, insisto. Estoy ardiendo porque ahora no podría hacerlo, porque los aviones siguen pasando. 

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