De tu ventana a la mía, veo tu hilera de calzoncillos ordenados por colores y me pregunto si tras esa ventana todo el orden seguirá igual, los platos, los vasos, los papeleras, los besos, las caricias, las palabras dulces. Alguna vez te entreveo por los visillos y pienso que ese orden podría ser el principio de un amor ordenado por días y segundos, llamadas y caricias de ventana a ventana, hasta llegar ordenadamente a tu puerta, pasar por el salón, la cocina y finalmente de manera ordenada llegar a la cama.
De tu ventana a la mía hay una calle de diferencia con sus transeúntes y sus coches, sus farolas y sus árboles, pero te imagino tras las cortinas cuando enciendes la luz y te pones a leer tras los cristales y sé que hojeas el mismo libro que yo estoy leyendo y te ríes conmigo cuando el pasaje lo precisa, y sufres cuando el personaje principal lo pasa mal y en esa comunión de sentimientos te intuyo mío.
Volveré a dejarte en el buzón el libro de poemas que hoy he comparado para ti y para mi, para que el espacio de la calle se vuelva invisible. Y las palabras nos enlacen.