REGRESIONES: MERRY PRANKSTERS (6): Silvia D Chica.


SILVIA D CHICA

(Talismanes)


Talismanes de la infancia, las claves de tu vida, las llaves que abren puertas que se han abierto y desvanecido, aquellas primeras relaciones, con tus padres, maestros y primeros amigos, momentos mágicos que se esfuman o que se graban con estilete en la mente, a través de un aroma, un color, un déjà vu, o que de repente llegan, después de un topetazo en la vida.

Vicente nos lleva ahí con sus Regresiones.

La magia está en sitios, en momentos compartidos... En ese formar parte de algo y de sentirnos un poco libres y también un poco a la contra, los Alegres Bromistas, entre toda aquella gente que hacía cosas, Hendrix de fondo y los Stooges, y los cientos de conciertos en salas pequeñas, y los Cardiacos, claro, y Ópera Prima y Veredicto Final, por supuesto, y las Specíficas, Buffalo, los Flechazos y las Besttias, Los Deicidas, The Salamanders, The Crepitos, La Fuga, La Huella, a las chicas nos gustaba ir a los locales de ensayo… y aquellos bares, benditos bares, el 44, Villa Adela, Villa Evarista, El Montañés, Emiliano, El Rojo, La taberna de los pinos, El bar de la Candamia, El Oriente Medio, El Benito, El cafetín de Ubaldo, el Platón, el Trance, el KGB, el Tijuana, La psicotrópica Cantina de Johnny… y más allá aquella cueva del París, o el Garabatos… y todas las salas de cine en las que crecimos y soñamos, ahora ya inexistentes, y por supuesto el CCAN, bendito CCAN, origen, techo y calor de todos nuestros proyectos.

Nos lo quitaron.

Suena Pat Garret & Billy the Kid, Dylan, el tema de la Cantina, guitarras, percusión… no me resulta fácil echar la vista atrás y volver a desmenuzar todo aquello, una gran parte de mi vida también estuvo ligada a todos y cada uno de esos recuerdos, cerca de Vicente, recuerdo su primera habitación, completamente empapelada de pósters de conciertos, fetiches y colecciones, los discos… y la música.

Flash:

No recuerdo el año exactamente, pero era puro puritito invierno. Tocaban los Ramones en La Real, una discoteca de Oviedo. Teníamos la entrada desde hacía tiempo. Ver a ese cuarteto en directo no tenía precio. La noche antes de coger el coche para ir cayó una nevada impresionante, de esas de León, de repente. Yo aún vivía con mis padres, que directamente me advirtieron que mejor no fuéramos. Al final, recuerdo que mi madre me dio 1000 pesetas para que fuéramos por la autopista, bendita mujer.

Por supuesto dijimos, “¡guay, 1000 pelas más para birras!”. Así que fuimos por el Puerto de Pajares, con aquella nevada imposible, coches en los arcenes, cielo oscuro y nevando desde la mañana, el panorama desolador, y nosotros sin cadenas, burlando como podíamos.

Recuerdo algo que nos decíamos, “si ves que nos caemos al precipicio, abre la puerta y salta”, algo de lo que nos reímos muchísimas veces después. 

A 20 o 30 Km. por hora llegamos a Oviedo en aquel blanco y viejísimo coche y disfrutamos de la velocidad y el ritmo, de estar presentes allí, entre cientos coreando los himnos de nuestra generación, Hey! Oh! Let´s go! Había merecido la pena, por supuesto…. 

El Arrebato: 

Cuando comencé a ver que Vicente empezaba a escribir con los ojos hacia atrás, supe que aquí tenía el verdadero filón.

Desde que le conozco, hace casi 30 años, rellena cuadernos, de los de Mikel Rius, perfectamente encuadernados, con tapa dura y con cuadrícula. Le he visto escribir desde el mismo amanecer en habitaciones y terrazas de mil y un lugares, desde Tiznit a Dinan.

Es un hombre tremendamente disciplinado en este arte. No sólo en escribir sino en leer y en releer, con una inclinación al arrebato tremenda y a devorar todo de la gran figura que acaba de descubrir. A mí también me contagió ese arrebato, desde los primeros románticos, los decadentes, los laguistas, los visionarios y los malditos... el buceo en el cine, en la música, en la carretera.

Y ha sabido crear equipo y tripulación como nadie, con su manera de hacer, infatigable, de reunir y de descubrir.

Escribir el Diario, cada día. De siempre. Me apostaría algo a que sigue igual.

Vicente, hermano y amigo, que los dioses te sean siempre propicios.


Silvia D Chica, en Regresiones (Ed. Lupercalia, 2015)


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