La gala de los Oscar nos ofreció este año su cuota habitual de cine elegante británico. Y por duplicado: The Imitation Game (Descifrando Enigma) y La Teoría del Todo.
Son dos películas muy similares en muchos aspectos, o sea, son dos telefilmes que se pueden subtitular como “Episodio de la Vida de un Artista” (we love Berlioz) hechos a mayor gloria de un par de ilustrísimos hijos de la Gran Bretaña (que los tiene a montones) con sendas biografías que tienen en común una cruel ironía: unas mentes brillantísima encerrada en unos cuerpos “enfermos” personificados por dos actores en estado de gracia que, exitosamente, contuvieron en sus interpretaciones los peligrosos tics a los que esto tipo de papeles son tan propensos.
Como son películas muy elegantes, no nos dicen ni si Alan Touring fue o no asesinado ni si a Stephen Hawking le maltrataba su segunda esposa (y enfermera).
También comparten bandas sonoras muy tontorronas.
En fin, dos películas bienintencionadas sin, para mí, mucho interés cinematográfico (es que me pone un poco nervioso tanto plano medio).
El caso es que hay un momento clave en la biografía de Stephen Hawking que se muestra en La Teoría del Todo y que acontece durante una representación de Sigfrido (1876), tercera de las cuatro óperas pertenecientes a la magistral tetralogía El Anillo del Nibelungo con música y letra del inigualable genio (y furibundo antisemita; aun así: ¡todos en pie!) Richard Wagner (1813-1883).
Contemplen un fragmento de esta obra maestra que contiene la mejor interpretación de Brunilda:
Y ahora, disfruten de esta otra belleza sonora:
El Despertar de Brunilda,
de la ópera Sigfrido de Richard Wagner.
Son dos minutos… no tengo palabras…
¿asombrosos?.
Y para usuarios avanzados: la escena completa (9 maravillosos minutos):