eso decía el viejo Hank, mi queridísimo y nihilista compañero de ruta, humanidad, deja de tocarme las pelotas, y casi que sí, deja de tocármelas ya de una vez... me meto en mi caparazón si no, así de fácil y de sencillo, y digo adiós a lo que me ofende y molesta y lastima, porque, entre otras muchas cosas, tengo que empezar ya a vender zapatos y a concentrarme ahora en y sólo en eso, humanidad, deja de tocarme los güevos o terminaré inhumanizándome yo mismo y no saliendo de mí... y no quiero hacerlo, quiero creer y ser y estar y sonreír, pero que no me toquen demasiado las pelotas, porque me eclipso y encierro allá lejos, al fondo de mí, y allí dentro, bajo mi concha, ya lo he comprobado más de una vez, estoy también muy a gustito... humanidad, no me toques más los cojones, no me impongas demasiado ni me coartes ni cohíbas ni chatajees ni manipules ni me quieras intimidar, porque miedo sí, muchísimo y a todo y siempre, a morir y estar vivo y acompañado y solo, pero siempre también, desde que soy chinorri, orgullo y dignidad... no lo lograron ni los curas ni mis padres ni la dictadura ni la universidad ni mis parejas ni amigos ni los 70 ni los 80 ni los 90 ni este nuevo milenio de mierda tampoco, intimidarme, ni nada ahora, por supuesto, lo va a lograr... porque perro de la lluvia y nostálgico y marciano y poeta y lo que tenga que ser, pero humanidad, en tus diversos grados, sean cuales sean, amor o desamor o capitalismo o anarquismo, me da igual, no me toques mucho las pelotas...
va por ti
Hank
esta vez
Vicente Muñoz Álvarez