ANA CAMPE
(La Perla)
Vicente! Busco la perla. La encuentro (el que guarda halla). Tiro del hilo; sale un collar entero. El de Ariadna, que quizás me ayude a salir de algún laberinto...
Destapaste la caja de los truenos con tus regresiones, querido amigo! Y soy consciente de que llevo pegado el fantasma de una cría de quince años en la suela de los zapatos.
No voy a hablar del León llambión que se zampó cuerpos y talentos. Ni quiero hablar de tiranos, de parches, de grises ni marrones ni explosiones de colores.
Te diré lo que quedó en mi carne y mi memoria. Y sólo deseo que, cuando venga un novio alemán llamado Alzheimer a rondarme al atardecer con un ramiitoo dee violetas, quedes tú como guardián de nuestra memoria.
Flashback 1. El Acto.
Siglo pasado. Primavera del 83. Principios de junio. Último año de colegio (Ponce de León). Para mí que sólo tengo quince años cumplidos... “la niña bonita”. Tus padres están en el pantano. Me llevas a tu casa. Tu habitación es gabinete del doctor Caligari. Todo allí eres tú y lo muestras sin pudor: un pez globo, Richard Corben, piedras transparentes de colores, colecciones, Parálisis Permanente, un microscopio, soldaditos de plomo para pintar, Ramones, sellos, latín, monedas, Siouxsie, cromos, cómics, superhéroes, Makoki, griego, tortugas, salamandras, tritones, Siniestro, La Polla Records, sexo....
Yo soy pura virgen vestal, tú no pero casi... me pones celosa con aquella canción de Roxi fue lo que fue. Con preservativo en mano y algún cono de incienso quemándose por ahí, nos fundimos con “El acto”, “Unidos”.
Ahora soy tu coqui, tu curry de Madrás. Tú eres mi chico, mi osito cruel, mi primer batería. De los que más duro golpeó en mi corazón de niña.
Flashback 2. La Metamorfosis.
Viernes. Concierto de Polanski y el Ardor. Hay que hacer algo con mi imagen de heavy-hippie: melena rizada hasta el culo, jersey de lana hasta las rodillas, foulard al cuello... consigo de mi abuela una chaquetita negra de manga francesa. Le corto los pies a mi maillot negro de ballet. Compro unas bailarinas de leopardo y chúpame la punta... y bailaré sobre tu tumba... me prestas una chupa de cuero que me queda por los muslos. Me cortas la melena, rapas mis parietales. Si me lo hubieras pedido me habría rapado más cosas. Crestón de azúcar y limón. No me pinto para poder entrar a la Mandrágora. Maquíllate, maquíllate... No me gusta maquillarme.
Tú con camiseta de Ramones, pantalón negro pitillo, muñequera de pinchos y zapatos de gamuza azul... y negra. Me miro en el espejo de tu habitación y siento que seremos los héroes un día nada más... Salimos del Carmen 12 y a la vuelta de la esquina está la disco. Hacemos tiempo en el Santa Rita. Allí ya hay algún Yuyo. Sacamos las entradas. Me pasas el brazo por los hombros. Entramos sin problemas, nadie pide carnets...¡qué coño!, !hay que hacer caja!
Empieza el concierto. Tremendos. Yo no fumo ni bebo pero ese día hacía frío y me tomo un par de alicaos con coñac. Alguien me pasa un canuto perdido que huele a uña. Polanski canta “Azul”: afectado por mil líneas paralelas, sumergido en un escalofrío azul, sácame de aquí, sácame...
Y me sacaste. Me acompañas al Paseo de Salamanca 11, 9B, o mejor, O.N.C.E no ve, no ve. Cuatro leones fieros vigilan el puente de la estación como esfinges, la verdad. Dos yonquis encaminan sus pasos perdidos hacia el River Side. Sopla norte y tú me abrazas, me proteges, me sostienes, me llevas a casa de mi madre. Un beso. Hasta mañana. Intento abrir sin ruido. Abre ella. No ha dormido. Me mira. Me coloca dos hostias como panes (las madres siempre tenemos razón). Me voy caliente a la cama. Te quiero mamá. Perdona las noches en vela.
A los pocos días Mari te conoce. Se enamora también de ti. Cómo te quiere mi madre, Vicen.
Flashback 3. Veredicto Final.
Todo el mundo que puede y sabe perpetrar un instrumento se tira a hacer un grupo de música.
Tus padres te habían regalado una batería. Luis se atreve con el bajo (estuvo ahorrando meses para comprarlo). Bingo, el mayor del grupo y con mayor poder adquisitivo porque trabajaba en una tienda, compra enseguida una guitarra y yo, a la voz, consigo el micrófono más barato que vende Groucho. Empezamos a ensayar con un fervor de locos. Las primeras canciones salen como churros. Luis y tú estudiáis Derecho y proponéis un nombre. El grupo se llamará Veredicto Final, como el clásico de Sidney Lumet de 1982.
Hay un concurso en la discoteca Mito´s. Los ganadores grabarán una maqueta en un conocido estudio leonés. Allí nos presentamos con nuestras mejores galas, temblando como hojas pero con dos huevos. Tenemos que competir con viejas glorias, y no tan viejas, como Positivos, Opera prima...
Salimos cuando nos toca, graban audio y vídeo (de esto hace 31 años y no se dónde ni quién me lo enseñó años después). Vicen parapetado tras sus paiste verdes. Luis dando la cara. Bingo, con nervio, mirando al suelo, y yo, sin dejar de mover una pierna y embutida en una ajustada falda de pata de gallo, intento cantar tapando con el micro mis labios de jamón de york, más bien mis hermosos dientes grises tintados para siempre por las putas tetraciclinas. De esa actuación sólo recuerdo un tema: “Mariposas”, del que todavía conservo la letra, de propia cosecha, en alguna vieja carpeta. Debimos quedar los penúltimos, por no decir que fuimos la arrancadera.
A los pocos días nos reunimos en casa de César para analizar el desastre. Que si hay que ensayar más, que si patatín, que si patatán. Total, salimos tarifando hasta el próximo ensayo. Montamos en tu moto. Salimos zumbando por Antonio Valbuena dirección Paseo de la Facultad, tú con tus zapatos de gamuza azul... y negra, yo con una camisola de raso, última creación haute coutûre chez Marie- Anne; yo ponía el diseño y mi madre la máquina de coser. Discutiendo como locos en tu Vespa salimos al paseo sin mirar. Ni stop ni leches. Un camionaco de tres ejes, al nonasegundo de pasar nosotros, me arremolina la camisola con su rebufo y un compasivo ángel de la guarda, gordo como un tordo, nos ha guardado un hueco en la acera de enfrente, entre dos coches aparcados en cordón. Frenazo. Bajamos de la moto riéndonos atacados de los nervios. Hubiera sido una lástima que mi camisola negra y dorada, tu Vespa rojo Bergman y tus zapatos de gamuza azul... y negra quedaran debajo de esas ruedas. Aunque habríamos hecho unos bonitos y jóvenes cadáveres.
Después de poco más de un año tan lleno como un siglo llega el tainted love... tú y yo rompemos. Ya no me miro en el espejo de tu habitación. Bye, bye love... Adiós tortugas. Adiós salamandras. Adiós tritón... see you later alligator... Unos meses después dejo el grupo.
Luego hubo para mí más músicas, más grupos, más hombres, más músicos, más públicos, otras ciudades, muchos más escenarios, estudios, trabajos, mi hija... pero divago, eso es otra historia.
Ana Campe, en Regresiones (Ed. Lupercalia, 2015).