mi adorada hermana en casa el otro día sacando fotos a diestro y siniestro... mi hermana (ella es así) examinando huecos con lupa y observando y preguntando y por casualidad fotografiando algo que hacía siglos no salía de mí... pelo de mi pelo, carne de mi carne, sangre de mi sangre, entre pétalos embalsamada desde hace veinte años o más... y cómo, pienso, se nos pasa el tiempo, y cuándo, me pregunto, aquel arrebato, y las tijeras que cortaron este pelo y las manos que lo acariciaron y lo trenzaron y el por qué y el cómo y el para qué... mi adorada hermana fotografiando esta trenza, pelo de mi pelo, y todo el peso brutal y aplastante del tiempo dentro de mí, de nosotros, de mi hermana y de mí, y de las personas que hemos querido, estigmas, cicatrices, tatuajes en la piel, cada regresión una emoción y un recuerdo, los que fueron, los que eran, lo que son, los que no son y los que ya nunca estarán... y aquel macabro y romántico relato de Maupassant, La cabellera, y esta trenza ahora y aquí, todo yendo y viniendo, viniendo y yendo, pero sentir, seguir sintiendo aún hoy... todavía...
Vicente Muñoz Álvarez