«Los detectives salvajes», de Roberto Bolaño

  
 Escrito por nuestro colaborador Javier Plaza

  Claudia y yo que por aquellas fechas aún creíamos que íbamos a ser escritores y que hubiéramos dado todo por pertenecer a ese grupo, más bien patético, los realvisceralistas. La juventud es una estafa (pág. 458).


Editorial: Anagrama
Género: novela
País: Chile
Año de edición:  1998
Páginas: 624 
Premios: Herralde de Literatura
                 Rómulo Gallegos
Cuando Bolaño publica Los detectives salvajes, en 1998, poseía ya una larga trayectoria como poeta y novelista, incluso había recibido algunos premios literarios, como el Ciudad de San Sebastián o el Ciudad de Alcalá de Henares. A pesar de ello no resultaba un escritor reconocido por el gran público, y compatibilizaba su pasión por la escritura con los más variados trabajos. 
    Todo cambia con la publicación de esta novela que consagra totalmente a Bolaño en un breve espacio de tiempo. Obtiene con ella dos prestigiosos premios literarios: el Herralde de novela, en 1998, y el Rómulo Gállegos, 1999 (siendo el primer escritor chileno en conseguirlo); y su nombre, desde ese momento, es conocido por los aficionados a la literatura de todo el mundo. Las críticas elogiosas se suceden. Las más conocidas las del escritor Vila-Matas:
     “Los detectives salvajes —vista así— sería una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo milenio”.
     O Javier Campos:
     “Los detectives salvajes perdurará por mucho tiempo como una obra universal porque tiene más relación con la condición del artista joven que con el fracaso de una generación”.
     Bolaño recibe así ese reconocimiento, tan merecido, que le acompañará ya hasta la publicación de su gran obra póstuma: 2666. 

Los detectives salvajes es una obra con tintes autobiográficos. Bolaño adopta el nombre de Arturo Belano y comparte protagonismo con Ulises Lima (que no es sino el alter ego del mejor amigo de Bolaño en la vida real, Mario Santiago Papasquiaro). La novela no busca un lector perezoso. El continuo temporal se rompe al gusto del autor y conocemos las desventuras de Belano y Lima por medio de testimonios de terceros; en ocasiones nos toca a nosotros reconstruir la historia al tiempo que la leemos. Son múltiples los personajes que nos relatan las peripecias por diferentes países de los dos protagonistas.
     En la novela, no hay una estructura lineal al uso. Se divide en tres partes. Comienza en México D.F., donde Juan García Madero entra en contacto con el realismo visceral. Por medio de este personaje (García Madero) nosotros conocemos a los poetas que integraron ese movimiento (aunque Bolaño cambia sus nombres reales), y también a Lima y Belano. Sabemos de sus penurias económicas y su pasión por la escritura, de cómo recorren las calles de D.F., de cómo roban los libros que no pueden comprar y se reúnen en los cafés, y en la casa de Joaquín Font, que les sirve en numerosas ocasiones de punto de encuentro.
Jack Vettriano, "Billy Boys", 1994
    En la segunda parte, los dos protagonistas han emigrado a Europa y desde allí han seguido caminos dispares. Los testimonios nos describen las tribulaciones de Belano por España (que en gran parte fueron las de Bolaño): el reencuentro con su madre, el trabajo como vigilante en un camping, etc. También se describen los viajes de Ulises Lima por Francia, Israel y Austria (viajes que Papasquiaro realizó, aunque no con el contenido que se les da en la novela). Es aquí donde se narra el final de cada uno de los integrantes del realismo visceral, incluidos, Lima y Belano.
     La tercera parte, la más breve, es anterior a la segunda cronológicamente. Retoma la historia de Juan García Madero en D.F. Narra cómo tuvo que huir de la ciudad, hacia Sonora, (México) en compañía de Lima, Belano y otro personaje, Lupe. Al mismo tiempo, se describe la búsqueda del rastro de la poetisa Cesárea Tinajero.

Los detectives salvajes es, en resumen, una obra maestra de la literatura de finales del siglo XX. Una mezcla maravillosa de autobiografía y ficción. Un delicado trabajo de orfebre que encaja con delicadeza testimonios diversos para recrear en nuestra mente la vida cotidiana de un grupo de poetas soñadores, y la de un movimiento vanguardista que se extingue, el infrarrealismo de Bolaño.



Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 28 de abril de 1953, Barcelona, 2003) vivió su infancia en diferentes lugares del país. A los quince años se trasladó, junto con su familia, a México D.F. Es allí donde Bolaño ambienta principalmente sus dos novelas más importantes: Los detectives salvajes y 2666 aunque las escribió cuando vivía en Europa. También fue en Chile donde, junto a Mario Santiago, Bruno Montané y otros poetas, fundó un movimiento poético de vanguardia, al que bautizaron como infrarrealismo, y que aparece en Los detectives salvajes con el nombre de realismo visceral. En 1978, el escritor se instaló en Barcelona, al cabo de pocos años se transladó a Gerona y, finalmente, a Blanes, donde residiría el resto de su vida y escribiría sus novelas más conocidas. 
     Bibliografía: su producción es extensa y cualquier selección resulta, desde luego, incompleta y tal vez injusta. A pesar de ello destacaría los siguientes títulos. Novela: La literatura nazi en América (1996), Estrella distante (1996), Los detectives salvajes (1998), Nocturno de Chile (2000), 2666 (póstumo, 2004) y El Tercer Reich (póstumo, 2010). Cuentos: Llamadas telefónicas (1997), Putas asesinas (2001), El gaucho insufrible (póstumo 2003) o El secreto del mal (póstumo 2007). Poesía: Reinventar el amor (1976), Fragmentos de la Universidad Desconocida (1992), Los perros románticos (1993), El último salvaje (1995) y Tres (2000).

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