Si a día de hoy me preguntaran por cinco obras literarias imprescindibles, la “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España” sería irrenunciable. Pocas veces he leído tan apasionadamente un libro, 1113 páginas escritas por el soldado y cronista Bernal Díaz del Castillo sobre la epopeya que vivió junto a Hernando Cortés y la particular “llegada a la Luna” de los españoles en México. Una historia tan increíble como colosal, en la que “hombres muy bastante” y siempre “apercibidos y con la muerte al ojo” acometen una aventura apabullante y de consecuencias universales. Aparte de los lugares comunes de buenos y malos, aquí todo resulta desmedido, una lucha contra la desmemoria de este prodigioso guerrero y amanuense que pone de vuelta y media todos los tópicos sobre la Conquista. Ni los conquistadores se hicieron obscenamente ricos -siempre el coco de la envidia y la burocracia-, ni fueron tan invencibles, ni los mexicas eran unos pobre indios deslumbrados por abalorios -eran un imperio muy sofisticado, pero también sanguinario con los pueblos subyugados además de caníbal-. Bernal nos cuenta la intrahistoria de una forma conmovedora y electrizante, sin ahorrarnos atrocidades y tropelías por ambos lados -esos gritos de los españoles capturados mientras son sacrificados, el sonido de los tambores-, pero también nos cuenta las esperanzas, situaciones disparatadamente jocosas -qué escena cuando en la cima del templo mayor de Tenochtitlán, rodeados por miles de guerreros, alguien le comenta al fraile que parece que los indios no está por la labor de construir iglesias-, la valentía y la intrepidez rayando siempre en la temeridad, la capacidad de adaptación, la resistencia, la pesadilla y el asombro continuo, el sonido viejo y exquisito del español antiguo -”llevamos la barba al hombro“, dicen cuando son perseguidos por hordas de guerreros águila y jaguar-, las traiciones continuas de los propios españoles, la codicia y la gloria, la bizarría y la locura. Y todo sucede ante tus ojos, porque Bernal te obliga a ir con ellos, avanzar y luchar hombro con hombro, a ver lo que él ve, a pasar la misma hambre, trabajos y tormentas, a matar y a morir sin una queja. Olviden juicios a priori, y disfruten de la mayor historia jamás contada.