Escucha bifurcada (1)
De niños teníamos la impresión de vivir en un cuento de Cortázar, donde suele funcionar alguna puerta que conduce a otra realidad. En casa, entre las cuatro paredes del microclima familiar, estábamos en Argentina. Pero, en cuanto se abría la puerta, mi hermano y yo salíamos a jugar a España. La frontera entre ambos países era apenas un picaporte. Ahora escribo con esa misma sensación y cada vez me intriga más quedarme observando debajo del marco, como en los terremotos.