cientos de veces con mi hermanito Andrés pateando montaña arriba y unas cuantas con el hermano Carlos también, pero juntos los tres no tantas, trío de calaveras en este día perfecto de invierno montaña arriba, en la ciudad niebla y allí sol, en la ciudad esplín y allí calma, por dentro bruma y allí luz... subiendo y subiendo los tres y la Wendy detrás y esa sensación de plenitud casi olvidada: cuando llegues a la cima de la montaña sigue subiendo... esos momentos, aún, que nos mantienen con vida, la amistad, los buenos latidos, lo que quedó ya atrás, qué fue de esto, de aquello, dónde lo otro, los mastines amenazantes, las huellas de jabalíes y corzos, la nieve resplandeciente y el sol puro e intenso allá arriba, en lo alto, el cielo protector, el sosiego y la calma, ese estar fuera del mundo, sin dormir pero soñando... como las estaciones, como las hojas que caen, como la propia vida... ni más ni menos así, pasan los días...
Vicente Muñoz Álvarez