Miguel Veyrat
(España, 1938)
Niño eterno
Cerca de la palmera hay desde siempre
un pilón de piedras donde viene
a sumergir su amarillo pico
un mirlo negro y fuerte. Bebe y jamás
se mira en el agua clara
que el rocío y la lluvia le dejaron.
Agita las alas –se baña
estremeciendo su más íntimo plumón
y luego canta, vuela, ocupa y goza
el propio espacio. También allí juega
a menudo el dios –entre
enebros y canela, como un niño
que al mirarse en el espejo se hace añicos
mientras late al desdoblarse
bajo el viscoso mercurio del verdín.
No bebe ni vuela y canta,
sólo mira desde un agujero del ser –de
su mirada nace el tiempo
donde se forma la historia. Su locura
será ahora nuestro misterio:
Juego místico del dios consigo
mismo –narciso celeste que muere
al conocerse, en vida y ejecución conjuntas.
Entre el iris y almendras caídas
brotará de sus cenizas el consuelo
del fuego –ascua certera y blanca del deseo.
De su libro
Razón del mirlo
Renacimiento, 2009.
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