Ataque aéreo a Halberstadt, el 8 de abril de 1945, de Alexander Kluge


Matinal interrumpida en el Capitol, domingo 8 de abril; en cartelera, "Vuelta a casa", con Paula Wessely y Attila Hörbiger

El cine Capitol pertenece a la familia Lorenz. Su gerente y a la vez cajera es la cuñada, la señora Schrader. El empanelado de palcos y anfiteatro, como la platea, se han conservado en color marfil; las butacas, en terciopelo rojo. Las pantallas de los apliques imitan cuero de cerdo tostado. Por la matinal ha desfilado hoy una compañía de soldados del cuartel de Klus. Tan pronto suena el gong, puntualmente a las diez, el cine se oscurece muy despacio, lo del reóstato empalmado se lo han montado entre la Sra. Schrader y el proyeccionista. En lo que a intrigas cinematográficas se refiere, ese cine ha visto mucho suspense preparado por el gong, la atmósfera de la sala, ese lento apagarse de las luces ocres, la música de entrada y demás.
Ahora, la señora Schrader, lanzada contra una esquina, allá arriba donde la fila de preferente choca a la derecha con el techo, veía un trozo de cielo humeante, una bomba explosiva había desgajado la casa en dos penetrando hasta el sótano. La señora Schrader iba a revisar que la sala y los aseos estuvieran completamente limpios de espectadores luego de la alarma general. Tras el muro cortafuegos de la casa vecina llameaba entrecortado el fuego entre oleadas de humo. La devastación de la parte derecha del teatro no guardaba relación alguna, lógica o dramatúrgica, con la película proyectada.
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Comportamiento cooperativo

En una casa de Blaubach se hallaron tras el ataque aéreo del 11 de febrero de 1943 los restos carbonizados de un ser humano. Una de las vecinas del edificio afirmó que se trataba de los restos de su marido. Una segunda señora de la misma casa se apuntó y se presentó en el juzgado para declarar que en ese sótano estaba también su marido, y seguramente los dos sentados uno junto a otro; que en aquellos restos los había también de su marido; y que también a ella le gustaría tener una tumba que visitar. A lo cual, la vecina que primero había vuelto a la escombrera familiar propuso repartir los restos del carbonizado.

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¿Qué sostiene un gesto espontáneo?

"Como no pongas la vida en el empeño, nunca llegarás a ser su dueño…". Con riesgo de su vida Sigrid Berger acaba de salvar a un cachorrillo de unos 50 cm. en la esquina de Gneisenau. ¿Pero cómo te juegas así la vida?, le pregunta la señora Schaffner. La señora Berger lo ha hecho "sin pensárselo dos veces". Algo vivo gemía. Ahí perdió la cabeza.
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[Machado Libros. Traducción de José Luis Arántegui]

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