Me encuentro rodeado de cosas medio rotas
que sin embargo funcionan
el viejo azucarero con un
agujero en la tapa
el coche que me dieron
la tele sin mando a distancia
mi forma de encajar. Todo está roto
y sin embargo funciona, no merece
la pena llevarlo a arreglar
o volver a pintarlo, no se sabe
si sería o no mejor cambiarlo`
por cosas nuevas
resplandecientes
sacarlas a brillar de ser posible
comprarlas a crédito. Estoy
rodeado de cosas medio rotas
que sin embargo funcionan, invisibles
objetos abollados que sueñan
con formas exóticas de perfección
si acaso es que duermen: con rodar
sin hacer ningún ruido, con cumplir
las tareas con una fluidez
y una eficacia que desaparecieron
hace ya mucho tiempo
o nunca tuvieron. Cosas rotas
que dan vergüenza ajena
y sin embargo funcionan
y sin embargo funcionan
al cincuenta por cierto con suerte
de su teórica capacidad. Un día
las tiraré a la basura o tal vez puede
que me decida a engrasarlas. Tengo
treinta y nueve años y me rodean
cientos de objetos astrosos
que sin embargo funcionan. Con ellos
sueño ese sueño de la eficacia
y de las cosas recién sacadas
de su flamante envoltorio y al instante
siguiente estamos despiertos
y funcionando como un viejo
tren de cercanías. No huele a nuevo
huele a café.
José Daniel Espejo