el daño no, por favor, el daño no... esa es mi consigna de toda la vida, soy un corazón de lluvia, no el daño, el daño no... y en cambio el daño está ahí, existe, se hace y te lo hacen sin quererlo, forma parte del juego, y no sabes cómo protegerte y proteger, como evitarlo, cómo no hacerlo, sentirlo, sufrirlo, el daño como una bestia herida y al acecho siempre está ahí... no quieres que te hagan daño, no quieres hacerlo, pero el daño, como una maldición, siempre está ahí... cuerpos, rostros, mentes y corazones dañados... y la vida que pasa entretanto tan rápido, tan callando... pero está el amor también, todo unido, el amor y el daño, todo fusionado y fundido, el daño y el amor, y se agostan mientras los cuerpos, las pieles, los sentimientos, y el daño se va por inercia a otra parte, otros cuerpos, pieles y sentimientos, y tú te quedas ahí, en el medio, preguntándote cuál es el sentido de todo, por qué la vida es así, y las estaciones mientras se suceden, el reloj nunca se para, crece la corteza, aumentan los anillos, se endurece la coraza y todo sigue igual, nacer y morir, no entender y amar, huir y sentir, gozar y sufrir...
como las hojas
que de los árboles caen
los sentimientos
Vicente Muñoz Álvarez