(...) Creemos que Picasso llego a ser Picasso sin dificultad alguna, que Renoir, Manet, Courbet, Cezanne y tantos otros llegaron a estar donde están de la manera más fácil: exponiendo sus grandes obras y teniendo un éxito inmediato. Se nos olvida que pasaron hambre, que fueron despreciados y marginados, que nadie compraba sus cuadros, que nadie los tomaba en serio. Se nos olvida que no hay ningún determinismo en las cuestiones del éxito y el talento, que una cosa no va automáticamente emparejada con la otra, que por muy bueno que sea considerado hoy un pintor, por muy caros que se coticen hoy sus cuadros, en un principio tuvo que existir un primer comprador (que generalmente compró muy barato, a un precio que ahora nos parece ridículo), o incluso un simple amigo que se ofreciera a darle una comida caliente y una cama donde dormir cuando hasta eso le negaba la vida. (...)
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