En el asiento de atrás, nuestro perro.
Ha muerto de viejo. Creo.
Después de cenar se aovilló en la alfombra
y cerró los ojos para siempre.
En la tele hablaban del ébola.
Qué se hace con los restos del amor,
nunca me lo había preguntado.
Enterrarlos en la noche, he decidido.
Supongo que quería salir de casa.
Extiendo el brazo y tanteo su pelo frío.
Quise a ese animal como nunca habría imaginado.
Cuando vuelva te encontraré dormida.
Te acariciaré la frente.
Y será un adiós.
Iván Rojo