que nuestra cabecita loca lo orienta todo hacia uno u otro fin, el cielo o el infierno nomás, lo tengo cada día más claro... y que las cosas son del color del cristal a través del cual se mira, también... o en resumen: que lo bueno atrae a lo bueno y lo malo atrae a lo malo... tantas lecciones aprendidas durante tantos años de los maestros antiguos y tropezando de nuevo en la misma piedra... pero qué difícil de domar, la loca de la casa, nuestra cabeza... se nos va siempre por donde quiere, la cabeza, y hace que las cosas sean tristes y atraigan lo griste, hasta que de pronto, por algún reajuste inconsciente, zas: la visión y la magia... y vuelve entonces a su sitio, la cabeza, sobre los hombros, y cambia el enfoque y el punto de encaje, lo cambia todo, la cabeza, y entonces todo es de otro color, las cosas son buenas, la vida es buena, la gente es buena y valoras de nuevo los gestos de los amigos, valoras la vida y el mundo y todo, sí, marcha entonces bien... lo pienso y repienso una y otra vez, aunque no lo controlo, las interconexiones extrañas de la mente y el cuerpo, el poder de la cabeza sobre el entorno en que vivimos, cómo el sueño de la razón produce monstruos y cómo lo bueno genera magia, los bosques cubiertos de hojas amarillas y llenos de boletus, las sonrisas de las personas queridas, sus sabias palabras, decorados nocturnos como de Hollywood, el sortilegio del cálido otoño y la ensoñación... cosas buenas que atraen vibraciones buenas o máscaras que ocultan la verdadera piel, bajo la dura, la suave... tú eliges el camino...
Vicente Muñoz Álvarez