Venga, que voy con una de mis locas teorías vitales.
Desde hace mucho tiempo vengo defendiendo que todo aquel que no ha participado en alguna comunión espiritual con un grupo de amigos y no ha llegado a una conclusión del estilo "¡Somos los Mejores!", no ha vivido la adolescencia. Me vale aunque el grito haya sido emitido una sola vez y acepto el agravante (o atenuante) de que sucediera en algún clímax etilíco - efervescente.
Estoy convencido de que en esta carencia se encuentra el origen de muchos comportamientos inmorales e ilegales de todos los ladrones cincuentones que han saqueado nuestro país. Hasta que no han tenido en sus manos una Tarjeta Negra no han gritado (en su caso, aullado): "¡Somos los Mejores!". Estos latrocinios que estamos sufriendo son el reverso tenebroso de los estallidos de rebeldía que todo ser humano necesita para sentirse vivo.
Para canalizar la rebeldía bien entendida se inventó el rock and roll y para amateurizar el rocanrol, o sea, para hacer su ejecución asequible a cualquiera, con o sin dotes musicales, con o sin dotes literarias, con o sin dotes estéticas, se inventó el punk que vivió su gloria en la década de los 70s y que murió cuando llegó la música disco lo mismo que el cine de autor norteamericano murió cuando llegó La Guerra de las Galaxias y el insoportable C-3PO mató a The Ramones.
Para componer una canción punk se necesitan nada más (y nada menos) que dos acordes y una letra como ésta:
Odio la gimnasia, Odio la gimnasia, Odio la gimnasia.
Las personas mueren y matan
pero a ti sólo te importa el salto de altura.
Los niños están muriendo en África
pero a ti sólo te importan las pelotas en el aire...
¡Somos lo Mejor! es, hasta el momento, la mejor película que he visto en este 2014. Tiene un argumento aparentemente sencillo pero tan inteligente como lo tenía la ópera prima (Fucking Amal, 1998) de su director, el sueco Lukas Moodysson, al que todos conocemos por crear la estupenda Lilya forever (2002) y por perpetrar la insoportable Mamut (2009).
Estocolmo 1982. Tres jovencitas de 13 años encuentran en el hito vital de formar un grupo de música punk la válvula de escape con la que liberar la presión a la que se ven condenadas por el delito de ser los bichos raros del colegio. Como ustedes ya se habrán imaginado, son tres rebeldes sin causa, así que se inventan una en forma de canción protesta cuya primera estrofa les he presentado un poco más arriba.
La gran baza de la película reside, sobre todo, en las asombrosas interpretaciones de sus tres jóvenes protagonistas que, en combinación con la realización de Moodysson, confieren a la película una naturalidad que alcanza un nivel sobresaliente.
No se pierdan ¡Somos lo Mejor!.
Y si todavía no lo han gritado.., háganselo mirar.
Con todos ustedes...
Les iba a poner a MC5 para hacerme el guay, pero qué narices, escarbar en los orígenes del punk no tiene nada de punk attitude, así que, repito, con todos ustedes:
Sus Majestades The Ramones.