Misha Gordin |
Edilson Villa M
(Colombia, 1970)
(Colombia, 1970)
Las piedras de
El Callao
Las piedras que cantan la salada melodía
y los versos sumergidos en la punta de El Callao,
saben que deben resistir la oscuridad de tanta noche,
de tanto océano indomable
y de tanta arena congelada.
Saben que en el sol y en el lenguaje de las olas
está la fuerza y el grito de batalla:
Chim-Pum
Chim-Pum
Chim-Pum
Esas piedras preciosas, con que amaso el pan
y la memoria infinita de mis versos, saben.
Esas piedras preciosas que pisaron desde siempre
los pies desnudos de la mujer que amo...
Esas piedras preciosas de El Callao,
que cargan los poetas
en sus mochilas y en sus almas desoladas
como una reliquia milenaria, saben.
Saben, como lo sabe el espíritu de los guerreros rojos,
que no descansaremos nunca hasta que cada familia,
hasta que cada niño del planeta tenga un trozo de pan,
un pez, un vaso de vino
y un ramillete de sonrisas limpias.
Esas piedras preciosas de El Callao saben
(lo han sabido desde siempre)
que así mismo, como ellas,
yo tampoco bajaré los brazos,
como nunca lo hizo mi abuelo adolescente,
(mi abuelo analfabeta y regio),
que se hizo sabio cuando apenas contaba 12 años.
Esas piedras de El Callao saben,
como lo sabe su música constante,
como lo saben los ancestros blancos,
como lo sabe el corazón de los guerreros rojos
y lo saben los ríos que descienden de la luna.
Esas piedras de El Callao saben,
como lo sabe el temblor de cada hoja,
como lo sabe un pájaro extraviado,
como lo sabe la pupila del poeta
y los pies desnudos de la mujer que amo.
Saben que yo tampoco descansaré
hasta que el poderoso sortilegio de mis cantos
y el esfuerzo de mis manos que la sueñan,
hagan temblar el arco iris de sus labios
hasta perderme en el horizonte de sus pechos.
Esas piedras preciosas de El Callao saben
que por el solo privilegio de su aliento,
por el cáliz sagrado de la mujer que amo,
yo también obraré el milagro.
Obraré el milagro
como una vez lo hizo
un grito guerrero en El Callao
Chim-Pum
Chim-Pum
Chim-Pum.
y los versos sumergidos en la punta de El Callao,
saben que deben resistir la oscuridad de tanta noche,
de tanto océano indomable
y de tanta arena congelada.
Saben que en el sol y en el lenguaje de las olas
está la fuerza y el grito de batalla:
Chim-Pum
Chim-Pum
Chim-Pum
Esas piedras preciosas, con que amaso el pan
y la memoria infinita de mis versos, saben.
Esas piedras preciosas que pisaron desde siempre
los pies desnudos de la mujer que amo...
Esas piedras preciosas de El Callao,
que cargan los poetas
en sus mochilas y en sus almas desoladas
como una reliquia milenaria, saben.
Saben, como lo sabe el espíritu de los guerreros rojos,
que no descansaremos nunca hasta que cada familia,
hasta que cada niño del planeta tenga un trozo de pan,
un pez, un vaso de vino
y un ramillete de sonrisas limpias.
Esas piedras preciosas de El Callao saben
(lo han sabido desde siempre)
que así mismo, como ellas,
yo tampoco bajaré los brazos,
como nunca lo hizo mi abuelo adolescente,
(mi abuelo analfabeta y regio),
que se hizo sabio cuando apenas contaba 12 años.
Esas piedras de El Callao saben,
como lo sabe su música constante,
como lo saben los ancestros blancos,
como lo sabe el corazón de los guerreros rojos
y lo saben los ríos que descienden de la luna.
Esas piedras de El Callao saben,
como lo sabe el temblor de cada hoja,
como lo sabe un pájaro extraviado,
como lo sabe la pupila del poeta
y los pies desnudos de la mujer que amo.
Saben que yo tampoco descansaré
hasta que el poderoso sortilegio de mis cantos
y el esfuerzo de mis manos que la sueñan,
hagan temblar el arco iris de sus labios
hasta perderme en el horizonte de sus pechos.
Esas piedras preciosas de El Callao saben
que por el solo privilegio de su aliento,
por el cáliz sagrado de la mujer que amo,
yo también obraré el milagro.
Obraré el milagro
como una vez lo hizo
un grito guerrero en El Callao
Chim-Pum
Chim-Pum
Chim-Pum.
De su libro
La Sal del Ancla
Grandes Obras de
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea” Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2002. PVP 10 euros. |
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